El salón está dispuesto en dos alturas, con un tabique de separación que marca el espacio destinado a comedor de la zona de relax con el sofá. Los tonos cálidos en las paredes y los muebles de aire colonial hacen de él un rincón acogedor y hogareño, donde se mezclan con estilo piezas étnicas con cuadros modernos o elementos pop.
Salón y comedor en dos alturas
En el salón, dominado por un energético naranja, el espacio se comunica con el comedor con unas baldas al aire en madera natural. Pero también esconde una joya. Un tocadiscos nuevo que permite revivir la magia de los vinilos y también reproduce CD’s, cintas de casete o se puede conectar por USB.
Vista del salón, con tocadiscos como elemento central
En el comedor, la estantería de obra y las paredes cobran vida para mostrar el espíritu inquieto y creativo de su dueña, lleno de detalles originales en perfecta combinación. A la izquierda de la foto, un gran tótem en cartón piedra preside las comidas y cenas.
Vista del comedor
En esta casa se aprovecha cada rincón. El pasillo cuenta con un mueble que nos cuenta Sonia que le fabricó su padre, albañil con alma de carpintero, lleno hasta los topes de CD’s contrastando con los detalles pop, como la chapa de cerveza o la pierna de maniquí. Al fondo, la entrada de la casa, todo un tributo al color para el que Sonia se inspiró en un disco de Javier Vargas.
Un pasillo bien aprovechado
En la cocina no puedes evitar pensar en tu abuela guisando unas lentejas, porque te retrotrae a otros tiempos a pesar de los modernos electrodomésticos. Los muebles también los realizó el padre de Sonia reciclando las tablas de una tienda de ropa vallisoletana que desmontó la empresa de su hermano, porque ella quería huecos y aire para la estrecha cocina, no ‘alicatado de armarios y puertas hasta el techo’. Se ha remarcado ese carácter tradicional dejando elementos como viejos coladores de hierro o elementos de cerámica a la vista.
Cocina con aire retro
La habitación de matrimonio, pequeña pero muy luminosa y bien organizada, huele también a pasado, con el juego de los muebles vintage con los blancos de sus paredes, de la ropa de cama bordada y de los visillos que hacen las veces de puertas en el armario empotrado. Sonia me cuenta que esos bordados los cosió ella misma reciclando un camino de mesa comprado en un mercadillo lisboeta y dos fulares de su hermana. Me ha enamorado el mueble antiguo de apertura en persiana, la silla recuperada y la balda de madera, hecha también por la propietaria. Como contrapunto, un cuadro estilo cómic de serie limitada para recordarnos en qué siglo estamos.
Habitación de matrimonio, con olor a pasado
La otra habitación está hecha para los viajeros. Los mapas son la decoración de sus paredes, para ayudar a los inquilinos a situarse y conocer nuevas rutas de ese Madrid de hoy y de siempre. Una cama nido, una silla bistró y una mesa abatible son los sencillos elementos de este dormitorio en tonos verdes y amarillos.
Dormitorio con cama nido
El moderno baño sigue la línea colorista de la casa, con azulejos de Agatha Ruiz de la Prada. Lo mejor, la ducha con hidromasaje y bañera para relajarse después de un día cansado recorriendo la ciudad.
Baño, con bañera y ducha de hidromasaje
Además desde el salón se accede a un balcón, una pequeña salida al exterior para desayunar al aire libre o simplemente disfrutar del paisaje de tejados de las calles del centro de Madrid.
Un balcón permite disfrutar de las vistas
Y termino con un detalle de la entrada al ascensor donde descansan unas bicis antiguas pero que funcionan estupendamente y están disponibles para alquilar, porque cada pequeño rincón de esta casa tiene mucho encanto, ¡por dentro y por fuera!
Entrada con dos bicis antiguas
Ya sabéis, si venís a Madrid, chulapos míos, ¡este ático en el centro es una fantástica alternativa para quedaros desde 40 euros la noche!
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