La idea era crear un pequeño apartamento dentro de la casa para que, si había invitados, no tuvieran que interferir necesariamente en la vida familiar. En el nivel inferior, con suelo de tarima de madera, se situó la zona de estar y el dormitorio principal. Las estancias principales se plantearon como espacios abiertos para crear un ambiente fluido, por eso, desde la entrada se accede sin interrupción hacia el salón y el comedor, que se prolongan hacia la terraza.
Para no competir con el azul del mar y el cielo, en el interior el blanco es el gran protagonista, que refleja y multiplica la luz que entra por los ventanales. La decoración es intencionadamente neutra para que la vista se pierda hacia el exterior y los muebles son bajos y sencillos para no interrumpir las perspectivas. Pequeñas pinceladas de color en una alfombra, una butaca, o en la colección de objetos étnicos del propietario ponen un toque personal a la decoración.
El salón se amuebló con una mesa baja de grandes dimensiones en cristal blanco, sofás de piel de Flexform, y un par de butacas de la colección Atlas de Antonio Citterio para Maxalto. El color blanco se usa con acierto en paredes y techos. Se juega con las texturas y se combina la iluminación puntual y ambiental para destacar las obras de arte que aportan colorido. El resultado final es una combinación muy alegre y vivaz.
La zona de estar, orientada hacia los ventanales, se ha equipado con dos rinconeras de B&B, un mueble longitudinal lacado en blanco que da servicio a la cocina y un contenedor también de madera que separa el comedor. Este elemento, con sobre de cristal, traza una rinconera en la que se ha ubicado una pequeña cocina, delante de la que se ha colocado una mesa redonda negra y cuatro sillas tapizadas en blanco, que se usan como comedor de diario.
En el cuarto de baño, tiene primacía el diseño, la amplitud y el revestimiento de mármol. La bañera exenta de Agape se alza con el protagonismo como si fuera una escultura. El del piso superior, cuenta con un mueble volado en madera de nogal, que aloja un lavabo en acero inoxidable. La grifería, de caño largo, se empotró en una pared lateral revestida con un frente de madera lacado en blanco. En el centro de la pared de cantos rodados se situó el espejo.
La zona de dormitorios sigue el mismo criterio cromático del resto de la casa y de nuevo cede el protagonismo a las vistas y al color blanco. "Pretendíamos crear un ambiente limpio y fresco donde predominaran los muebles funcionales con un estética minimalista y chic, pero también me preocupaba que no resultara fría para que los invitados se sintieran a gusto", explica el dueño. "Lo hemos conseguido porque la decoración es sosegada y serena y no distrae del paisaje".
La zona de noche apuesta por los espacios abiertos y dormitorio, baño, vestidor y estudio componen una unidad totalmente independiente del resto de la casa. En el dormitorio principal, la cama es de Capellini y la lámpara del aparador, de la serie ‘Mamo Nouchis’ de Ingo Maurer. En el de invitados, la cama es el modelo ‘Bed’ de Jasper Morrison para Capellini y la lámpara, ‘Globall’ de Flos. En la terraza, las tumbonas de Tokujin Yoshioka para Driade.
Para el comedor, abierto a la terraza, se escogió una mesa de cristal, unas sillas tapizadas en blanco y un aparador de Capellini sobre el que se colocó la lámpara ‘Taccia’ de Achille y Pier Giacomo Castiglioni para Flos. El mobiliario está muy bien escogido porque combina materiales diversos: rafia, piel, cristal, superficies lacadas, metalizados, etc. De este modo se crea un equilibrio entre los muebles y los objetos expuestos: jarrones, cuadros, etc.
Con la colaboración de la revista: 20CASA