La vivienda disponía en origen de cuatro habitaciones más cocina y salón, pero tras las reformas acometidas, esta casa ha visto gratamente trastocada la concepción de sus estancias. La eliminación de tabiques para la fusión de espacios y la ausencia de determinadas puertas ha logrado establecer una comunicación fluida y ordenada, además de contribuir al máximo a la sensación de amplitud.
Al perfecto sentido del gusto a la hora de combinar pinturas, se ha unido una esmerada selección de mobiliario y complementos decorativos. Piezas de exótica belleza que han recorrido kilómetros desde tierras lejanas se mezclan con puntos de iluminación de absoluto diseño y con sistemas para la separación de escenarios de carácter íntimo muy acertados.
Al alegre verde pistacho de la entrada le acompañan una serie de elementos que encierran toda la riqueza de algunas de las culturas más enigmáticas. La pasión por lo oriental queda patente en esta magnífica silla de madera de dos metros de altura, un lujo con sabor milenario.
Cada vez son más los que se atreven con tonos poco convencionales. La cocina de Elsa abrazó un risueño naranja fortuitamente: cuando les presentaron el papel con la distribución de la misma el fabricante utilizó el naranja para que se apreciara mejor el blanco de los muebles. Y decidieron hacerlo realidad.
El pasillo que aún actúa de eje en numerosas viviendas, va dejando de ser la columna vertebral de la distribución de estancias. Con la reforma, se prescindió de las puertas de las habitaciones que hoy albergan cocina y office. Aquí vemos un detalle: un corcho hecho, valga la redundancia, con corchos de botellas de vino.
Los objetos ornamentales foráneos ganan un peso sentimental magnífico, ya que detrás de sus formas han quedado prendidos recuerdos de viajes inolvidables. Así nos lo revela Elsa cuando fijamos la vista en una máscara ritual y una escultura procedentes de Kenia.
Pero no podemos perder de vista otros detalles que remarcan la inclinación de los propietarios de esta casa por el influjo asiático. El mueble granate oscuro que preside el recibidor convive con una fuente de piedra y un cuadro con una caligrafía muy particular.
El entorno del office gana en calidez si sabemos elegir con criterio la iluminación que penderá del techo y los cuadros que mostrarán las paredes. En este sentido, tanto la preciosa lámpara de la fotografía como los carteles publicitarios de la bebida Martini cumplen al 100% su función.
El comedor es un conjunto que ha ido emigrando poco a poco del salón a la cocina, siempre y cuando ésta admita la posibilidad de albergarlo dentro de su superficie. Seis sillas rodean a una mesa de cristal que invita a la celebración de cenas con familiares y amigos.
Una barra de obra en tono wengué separa armónicamente la zona de la cocina del comedor. Las encimeras enfrentadas dividen las tareas a la perfección: en una están los fogones arropados por el brillante inox del frigorífico y la campana decorativa, y en la otra está el fregadero.
Y al otro lado de la barra, comienza a extenderse el lugar donde degustaremos las viandas. El propio mostrador sirve de mesa improvisada para desayunos gracias a dos taburetes altos. Los detalles siguen multiplicando el carismático poder del naranja: calabazas, flores secas, una mariposa colgada de una lámpara...
El mueble bajo posibilita la prominencia visual de un revestimiento parcial a base de piedra que coincide con el lugar de la televisión. La tarea de destacar con una pintura diferente una de las paredes de la estancia ha recaído sobre el marrón chocolate. La cortina con conchas que da paso a la terraza es de México.
El recurso oriental recoge el testigo del recibidor a través de un impresionante armario rojo que los propietarios de este delicioso hogar emplean como minibar. Encima de esta riqueza milenaria hay una escultura de piedra de importante peso. Las plantas que flaquean al mueble renuevan el aire y dan un toque natural.
El sofá seleccionado para disfrutar cómodamente del salón tiene una tonalidad gris muy atractiva. Combinar cojines en marrón y pistacho defiende la belleza del conjunto. Un pequeño sillón blanco de inspiración moderna comparte escenario con el amplio sofá y constituye un punto muy especial para la lectura.
Una magnífica lámpara con láminas blancas preside el salón. A Elsa le parecía demasiado grande, pero su pareja quedó encantada con su diseño y decidieron apostar por ella. Asimismo, una estantería también blanca sirve para sustentar elementos vegetales y algunos imprescindibles como el teléfono y la agenda.
Asimismo, se han disimulado los accesos a otras instalaciones de uso higiénico diario con puertas traslúcidas. La columna de ducha está revestida de pizarra mientras que inodoro y bidé continúan siendo fieles a la porcelana blanca, igual que el lavabo de planta cuadrada provisto de grifo monomando.
La habitación de invitados aún no está lista, pero hemos querido mostrar el delicado trabajo que se ha realizado en el aseo auxiliar, cuya superficie ha sido literalmente robada a este dormitorio. El gresite azul inunda este mínimo baño al que se ha dotado de una pila en acabado plateado y algunos cuadros temáticos.
Nada más abrir la puerta del dormitorio principal nos topamos con un espacio totalmente integrado que ha sido distribuido con suma inteligencia con el fin de aprovechar al máximo. A la izquierda está el vestidor, en el centro se ubica el baño y a la derecha, el dormitorio.
Para el baño se optó por la elegancia del gresite negro y por el efecto de aislamiento de los muros de cristal pavés. Se ha jugado con objetos decorativos en blanco (piedras), rojo (jarrón y flores secas) y piedra veteada (recipientes y dispensador), así como con postales en blanco y negro.
El granate transmite una enorme pasión al dormitorio, iluminado por dos lámparas gemelas de papel colgadas a diferente altura. Las mesillas se han sustituido por estanterías. A los pies de las cortinas de seda salvaje granate observamos un mueble de madera oscura pendiente de restaurar y una sombrerera antigua.
Las ferias actuales inciden en los textiles con bordados geométricos con hilos dorados y espejos. La colcha de la cama tiene este esquema y la trajeron de las Islas Mauricio, mientras que hoy muchas tiendas españolas distribuyen modelos similares. El cabecero es una auténtica joya: una composición en bajo relieve de corte oriental.
Unos armarios a medida organizan toda la ropa y enseres de la pareja. Las cortinas, de grandes lunares de colores, le dan a la estancia un toque de alegría. Apoyado en el costado de uno de los armarios, se ha colocado un mueble con compartimentos coronado por una cajita y un maniquí, verdadero fetiche de Elsa.
Agradecimientos: Elsa Navarro, lectora del canal de Decoración de facilisimo.com