Pocos materiales para pavimentar el suelo resultan tan coloristas y visuales como los mosaicos hidráulicos y a la vez tan auténticos. Su robustez, la calidad de los materiales y sus diseños los hacen perfectos para las casas de hoy, en un guiño perfecto a lo retro. Te mostramos algunos modelos de baldosas hidráulicas perfectas para decorar los suelos con mucho color.
Su gran poder decorativo las hicieron las estrellas del momento, en las últimas décadas del siglo XIX, en lo que a pavimento de suelos se trataba. Y también su fácil y cómoda forma de producción. La técnica de las baldosas hidráulicas se originó en aquella época con el propósito de fabricar baldosas a gran escala sin tener que cocerlas para endurecerlas. Para lograrlo se usaba una prensa hidráulica y diferentes moldes para crear los diseños multicolores característicos de estos mosaicos.
Si bien hasta entonces los colores se aplicaban por separado y se cocía la pieza después de cada paso, con el consiguiente consumo de tiempo y mano de obra, cuando se inventaron las baldosas hidráulicas el proceso productivo se redujo en complejidad y tiempo y, por supuesto, también se abarató. Tan solo había que prensar las baldosas y dejarlas secar durante varias semanas.
Baldosas hidráulicas para decorar los suelos
Las losas hidráulicas poseían una estructura dividida en tres capas diferenciadas. La primera capa, la más superficial, tiene unos 4 mm de espesor y corresponde a la superficie decorada. Es una mezcla de cemento blanco, arena de mármol y pigmentos. Esta mezcla se ponía en un molde llamado “trepa” dividido en compartimentos según el diseño (para color se hacía una mezcla con agua y se ponía en uno de los compartimentos).
La segunda capa, del mismo grosor que la primera, lleva cemento gris y arena para absorber el exceso de agua de la capa superficial. La tercera capa solía tener unos 12 mm de espesor y era una mezcla de cemento portland gris, cemento común y arena. Se trataba de una capa porosa para facilitar su adherencia al suelo.
Una vez montado el material en el molde o “trepa”, se prensaba la baldosa con la prensa hidráulica y se dejaba secar durante un tiempo determinado hasta que el cemento se endurecía.
Pavimentos con historia
Los suelos hidráulicos se originaron en el siglo XIX en el sur de Francia. En nuestro país, Cataluña fue la pionera. De hecho, estas baldosas vivieron su máximo esplendor coincidiendo con el auge del modernismo en Cataluña. Fue entonces cuando se crearon diseños muy innovadores y variados que incluían formas geométricas, motivos florales, de vegetación, etc.
En cuanto a los colores, los más usados eran el granate y sus variaciones, verde, rosa, amarillo, blanco y negro, marrón, arena, gris, etc. También se veían modelos en azul, rojo, naranja, etc.
Y en lo que al tamaño se refiere, las mayor parte de las baldosas hidráulicas que se producían eran cuadrados de 20×20 cm., y también hexágonos de 11,5 cm de lado.
¿Cómo se utilizaban?
Debido a la gran fuerza decorativa de este tipo de baldosas, por su diseño y colorido, no era común ponerlas en exceso en la casa. Más bien se reservaban para las habitaciones más nobles de la casa que eran el salón, el cuarto de estar o el comedor.
Solían crearse alfombras visuales creando recuadros. En el centro se exponía el dibujo, enmarcado con baldosas que mostraban otro motivo, y con un marco exterior en un color liso.
A partir de la década de 1960 el mosaico hidráulico cayó en desuso y terminó por abandonarse su producción casi por completo, aunque subsistieron algunas empresas en nuestro país que han mantenido viva la esencia de estos suelos tan bellos y particulares.
¿Y cómo podemos usarlos hoy para decorar?
En los últimos tiempos los suelos hidráulicos están viviendo un nuevo resurgir, quizá por la belleza de sus diseños, por su autenticidad o por esa vuelta al pasado que nos traen las tendencias de estilo vintage.
Los tienes auténticos, fabricados como los de antaño, o de imitación. En cualquier caso, si te gustan disfrútalos a tope. Puedes ponerlos en la cocina o el baño, en las zonas de estar o, incluso, en el exterior.
Y no solo quedan bien en el suelo, sino también en la pared. La única precaución que has de tener es la de no caer en el exceso. Los diseños de estas baldosas son muy potentes y si ponemos demasiadas (o en demasiados espacios) el resultado podrían llegar a ser un tanto agobiante. Lo mejor es reservarlo para espacios delimitados, de forma que decoren sin cansar.
Una idea interesante: combínalos con otros materiales como la piedra, el ladrillo o la madera. Si son para ambientes rústicos o de campo, prueba a mezclarlos con baldosas de barro cocido. Verás cómo el resultado es realmente decorativo, y de esta forma se aligera la potencia cromática y de diseño del suelo hidráulico.
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