Sí, calabazas de tela, pero también calabazas realizadas con un trapo
de fregona para compartir en el Finde Frugal de Colorín Colorado.
Porque inicialmente quería hacer unas pequeñas calabazas blancas,
costosas y difíciles de conseguir en las fruterías, para hacer un centro
de mesa otoñal.
Inspirada en las que compartió mi querida Menchu de
Un pedacito de luna, me dispuse a sacar tela y cordones.
Casualmente encontré al lado de los recortes de tela que guardo,
un mocho de fregona de los de toda la vida que compré hace algún
tiempo porque me encantó el rústico algodón y pensé que
fácilmente le encontraría alguna utilidad para un DIY.
En efecto, de repente imaginé una blanca calabaza realizada con él.
En las siguientes imágenes podéis ir viendo cómo fui dándole forma.
Volteando el mocho, vemos el plástico que sujeta los cordones
Separando los cordones más próximos al plástico y siguiendo su
perímetro, dejamos éstos en su posición normal y recogemos
los restantes cubriendo el cuerpo de plástico donde se inserta
el palo de la fregona.
Los anudamos con un cordón y le damos la vuelta distribuyendo
los cordones como si fuéramos a hacer un moño de donut.
Me ayudé de una plegadera para ir metiendo los extremos de los
cordones hacia el interior dándole la forma de una bola.
Veis que los cordones que dejamos sueltos los he puesto a modo
de rayos de sol: ya sólo habrá que ir subiéndolos para envolver
la bola inicial.
Anudamos otro cordón para sujetar y empezamos a cubrir este
apéndice con un cordón de otro color que simule el rabito de la calabaza.
Hubiera quedado mejor cortando algunos de los cordones interiores
para reducir el grosor del rabo pero, claro, el prototipo
siempre es mejorable.
;-)
Y así quedó mi rustic-mocho-calabaza.
Las pequeñas calabazas de tela son más fáciles de hacer.
Utilizamos tela cortada en cuadrado y hacemos un pespunte circular
del que luego tirar y formar una taleguita en cuyo interior pondremos
relleno de cojines.
Pasando cordones desde el centro de la base para conseguir la forma
de gajos y cubriendo el sobrante para hacer los rabos, ya tenemos
nuestras pequeñas calabazas.
Y aquí está mi centro de mesa otoñal con hojas, piña y una auténtica
calabaza seca, símbolo de peregrinos, de San Roque, patrono de
mi pueblo, que aún contiene sus sonoras pipas.