Pues en esta pequeña isla, una maravillosa interiorista que se llama Alexandra Angle (y de la que vimos algún trabajo hace unos cuantos años en esta casa de San Francisco) ha conseguido revitalizar dos cabañas que a primera vista estaban inservibles y poco habitables. Una de ellas es esta maravilla, un espacio lleno de alegría y luminosidad que transmite confort por todos sus costados pero en la que se ha prescindido de todo artificio y sobreactuación. Sencillez y color son las características predominantes.
El espacio está creado sobre un lienzo en blanco, superficies continuas y madera pintada. Y en los techos, de madera con vigas vistas también pintadas en blanco, un suave azul celeste aporta todavía más luminosidad, si cabe, a esta alegre cabaña.
En la cocina, abierta, un tablero perforado y los estantes con el interior pintado en rojo aportan actualidad, y el suelo pintado en blanco y amarillo se convierte en punto focal, jugando con el color y las rayas de los complementos decorativos.
El juego de colores se mantiene en los dormitorios, espacios sencillos, luminosos y alegres gracias a las notas de color, y de nuevo, en las zonas húmedas, el juego de rayas en el suelo.
Y ahora salid al exterior e imaginaos aquí viendo las puestas de sol, haciendo barbacoas de verano o sencillamente dándoos un baño después de la playa.