En realidad se trata de un piso en un antiguo edificio señorial de la calle Ronda de Sant Pere. El acceso, muy discreto y a veces casi imperceptible, se realiza por el portal presidido por un ascensor antiguo y la escalera en la que se conserva la pintura original del edificio. Textura y ambiente.
Cuando entramos en el hotel Izara, llama la atención con el contraste, con las paredes alisadas, la cuidada iluminación, la tarima. La decoración es escasa, las paredes y los acabados hablan por sí solos. Techos altos, luz cálida, detalles cuidados, menos es más. La recepción, revestida con baldosa hidráulica, es moderna y minimalista; el pasillo está presidido por un sofá chester negro; en la biblioteca destacan las butacas de cuero en color coñac, y en el centro, el comedor-distribuidor conserva el aire señorial del piso original.
En forma circular, y revestido con espejos y maderas nobles, esta zona central sirve también como punto de encuentro del hotel, con un pequeño refrigerador para los clientes.
Las habitaciones son muy minimalistas, pero con un interiorismo exquisito. Invitan al relax, en tonos blancos y grises. En mi caso, la habitación doble disponía de una pequeña terraza acristalada, reminiscencia también del edificio original, con el solado conservado y restaurado. Al dar a la parte trasera del edificio, no se oye ningún ruido de la vía principal, todo invita al descanso.
El cuarto de baño está revestido con azulejos 10×20 en alto brillo blanco (tipo metro) hasta media altura y decorado con grifería y toalleros cromados de formas clásicas. Súper amplio, súper limpio, súper acogedor, súper cómodo y súper recomendable. Si vais a pasar unos días en Barcelona y queréis alojamiento en una zona céntrica, tened en cuenta el Izara Boutique Hotel.
Fotos: Ebom
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