Ya os comenté, no sé si por el blog o por Instagram, que no tenía ningunas ganas de decorar, así que lo delegué y desde hace diez días tengo la decoración puesta, cortesía de mi hija mayor (vaya que si no quería decorar, la voy a tener hasta en la sopa). Todos me dicen que no hay que perder el espíritu navideño, que ahora más que nunca hay que poner bien bonitas nuestras casas para darles ese toque de alegría. Admiro esa positividad, aunque espero el mismo respeto que yo tengo ante su actitud.
Nunca me gustó la Navidad, o quizás cuando era muy pequeña sí, pero mi padre murió un 1 de enero cuando yo tenía 14 años, desde entonces nunca ha sido lo mismo. Recuperé algo de alegría por las fiestas cuando tuve a mis hijas, la sonrisa de un niño lo cura todo, pero ya son adolescentes y esa magia sencillamente, se ha esfumado. Si a eso le sumamos que para mí la Navidad significa reunirse con la familia (el tema regalos lo aborrezco) y que este año no me juntaré ni con mi madre, ni mis tíos, ni mi hermana, ni sobrinos, ni mis suegros, ni cuñados,… ¿me decís dónde está la gracia? yo no se la encuentro. Es más, estoy muy triste. Sólo quiero que pasen estos días de la mejor manera posible y no sentirme culpable por dejar sola a mi madre que es viuda o a mis tíos que son solteros, aunque sepa que estoy obrando por su bien.
Os dejo de penas que como siga a sí voy a perder suscriptores :-) y os llevo a la casa de la interiorista Laura Mas, decorada al detalle para la Navidad.
Para la decoración utilizó un árbol que mide nada menos que 2,40 cm y usó el dorado como color base, salpicándolo con algunos detalles en azul grisáceo. Esta misma técnica la he utilizado durante años, ya conocéis mi afición por este color, hasta que hace algunas navidades sustituí el azul por lazos de rafia y metí blanco, pero siempre mantuve el dorado. No pasa de moda y sigo sin cansarme.
La gran mesa de madera maciza del comedor, que se contrarresta con las sillas tapizadas, también se ha vestido para la Navidad. Candelabros, cubiertos y vajilla antigua, rodeados de vegetación, ramas de pino y bolas navideñas, que le da un aire festivo al ambiente. E incluso coronas que cuelgan del respaldo de las butacas. Una buena idea es hacer una corona personalizada para cada comensal de tal manera que sepan donde sentarse, a la vez que se sientan especiales y tengan un detalle que llevarse cuando termine la reunión familiar. ¿Qué os parece la propuesta?
La chimenea es otro buen sitio donde exponer adornos. En este caso varios espejos de marco dorado, duplican la luz y juegan con los leds que se enredan de nuevo en la vegetación, unas grandes bolas doradas ponen la guinda.
La cocina me encanta, es sencilla de la firma Cubic, sin muebles altos. No hay necesidad de adorno alguno y ya me transmite familia, hogar, un lugar donde reunirse con los tuyos en torno a los fogones. Me encanta ¿será su color envolvente?
Los dormitorios también tienen pequeños detalles que hacen que recordemos que estamos en Navidad, como las estrellas de madera sobre la cómoda heredada por Laura, los regalos que reposan sobre la misma, o las coronas que cuelgan en los estores sobre el cabecero de la cama principal. Incluso en la habitación infantil, en las tres pequeñas camas, lucen guirnaldas de led y estrellas entre las mismas recordando a los peques de la casa que a pesar de este año 2020, Papá Noel y Los Reyes Magos encontrarán su camino.
Imágenes: El Mueble
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