La Casita de Cabrejas es un pequeño paraíso escondido a 10 km de Cuenca. Un hotel rural especialmente pensado para descansar. Rodeado de árboles, pinos, manzanos, higueras y otras variedades que, honestamente, no tengo ni idea de identificar. Un alojamiento encantador que invita a disfrutar.
Toda la decoración responde perfectamente al objetivo: una estancia en el campo, sin pretensiones, diseñada para no agobiar y para que cualquiera pueda sentirse como en casa. Las zonas comunes, con el gran salón y el comedor, son como el ideal del estilo rústico clásico, tremendamente acogedor. Todo evoca recuerdos y de verdad que la sensación es como estar en la casona familiar en la que te reúnes con tus parientes una vez al año. Dan ganas de pasar los días sin salir.
El salón principal está presidido por la zona de tertulia alrededor de la chimenea, pero la zona más disputada está al bajar el escalón. Pasar el rato leyendo al lado del enorme ventanal del salón es un auténtico placer.
El segundo comedor es una ampliación perfectamente integrada en la parte posterior de la casa, un cubo de vidrio, revestido con madera de pino en el interior. Mis hijas estaban encantadas con el rincón de lectura a base de cojines que había en un extremo. ¡Tanto les gustó, que me han hecho plantearme algunas cositas para casa!
Nos sentimos tan cómodos, que hasta las niñas perdieron miedo al perro y se hicieron amigas (a su manera) de Lola, siempre tranquila y agradeciendo cualquier muestra de cariño, girándose sobre sí misma y mostrando el lomo para que la hiciéramos cosquillas.
El jardín es espectacular. El otoño es una suerte para disfrutar de luz, calidez y colores, pero la primavera-verano debe ser ya un espectáculo. No parábamos de imaginarnos las cenas de verano bajo el velador de enredaderas. Inocentes de nosotros, nos habíamos llevado hasta los bañadores, pero las piscinas sí son para el verano… únicamente. ¡Aunque no me digáis que no está preciosa toda cubierta de hojas!
En definitiva, La Casita de Cabrejas nos pareció el destino perfecto para esas escapadas de desconexión. Ideal para ir con niños (aunque, como a nosotros, haya momentos en los que os desesperen…), para pasar un fin de semana en pareja o para ir con amigos y hacer excursiones por el entorno. ¡Muy recomendable!
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