Dónde poner la barbacoa
Lo primero que tenemos que hacer es pensar en cuál va a ser su ubicación. La barbacoa tiene que estar en una zona resguardada del viento, pero a la vez alejada de plantas -arbustos, árboles, setos, etc.-, para evitar que una chispa o una brasa nos den un buen susto al prender lo que tengan alrededor.Debe, además, estar alejada de elementos inflamables, bien asentada en una superficie firme y llana y, por supuesto, situada en un lugar donde el humo y los olores no molesten a los vecinos.
Tipos de barbacoas
Si vamos a comprar una barbacoa, veremos que podemos encontrar estos tres tipos:
- De leña o carbón. Las clásicas, las más naturales y las preferidas por los puristas por el inconfundible sabor ahumado que ofrecen las brasas del carbón y la leña a sus asados. Pueden ser de obra -de piedra o ladrillo- o portátiles, y tienen como inconvenientes el tiempo que tardamos en prepararlas y, cómo no, limpiar las cenizas cuando se han enfriado.
- De gas. Son limpias, seguras y rápidas, pues nos dan muy rápidamente el calor necesario para cocinar. Además este es muy fácil de controlar, por lo que el resultado final es muy fiable.
- Eléctricas. Son muy cómodas porque solo necesitamos una conexión eléctrica para enchufarlas y tener en un instante la parrilla a punto. De las tres, es la que menos humos y olores genera, por lo que se recomienda cuando se quiere preparar una barbacoa en interiores.
Poner a punto la barbacoa
¿Vais a desempolvar la barbacoa que no habéis utilizado desde hace meses? Entonces, anotad estos consejos para prepararla y volver a dejarla como nueva. Lo primero que hay que hacer es hacer un chequeo visual para comprobar que no ha sufrido desperfectos durante el tiempo que ha estado guardada. Si todo está bien, toca hacerle una limpieza a fondo. Para ello vamos a necesitar:
-Guantes para proteger las manos
-Un rascador con púas de acero
-Un rascador de vitrocerámica
-Un estropajo de acero inoxidable
-El cepillo de una escoba
-Jabón líquido para lavavajillas
-Producto desengrasante
El procedimiento es muy sencillo. Vamos a comenzar por la rejilla, que frotaremos bien fuerte con el rascador de púas de acero para quitarle todos los restos de grasa y comida que pueda tener pegados de usos anteriores. La dejamos aparatada y con el cepillo de la escoba retiramos, si todavía quedan algunos, los restos de carbón, ceniza o cualquier tipo de impurezas que haya en el fondo de la barbacoa. Ahora regamos con una manguera o regadera para quitar el polvo y aplicamos el producto desengrasante, que dejaremos reposar unos instantes para que actúe. Hacemos lo mismo con la rejilla, la empapamos con desengrasante y esperamos unos minutos. Pasado este tiempo, con ayuda del rascador de vitrocerámica eliminamos todo lo que esté pegado en la superficie y, a continuación, regamos de nuevo y comenzamos a frotar con el estropajo de acero inoxidable impregnado de lavavajillas. Ya solo falta aclarar y secar muy, muy bien para evitar que el óxido la estropee.
Después de dejarla reluciente, vamos a hacer algunas comprobaciones de seguridad. Si es de gas, lo más importante es revisar que tenga todos sus componentes en perfecto estado: el regulador (si es de butano), las válvulas de seguridad, las gomas, la abrazaderas. Todo debe estar en buen estado, si no es imprescindible reponerlo. Si es eléctrica, igualmente, tenemos que verificar que el cable y el enchufe no tienen ningún desperfecto. Además, en los dos casos hay que chequear el estado de los quemadores, limpiarlos muy bien y asegurarnos de que no tienen ningún resto de comida pegado.
Esperamos que estos consejos te ayuden a disfrutar de tus barbacoas esta temporada. ¡Más consejos, muy pronto, en nuestro blog de Vivienda Saludable!