El trabajo ha sido laborioso, porque ya que se está en harina, una no se conforma solo con pintar las paredes. Al final también pinté la estantería y el armario de blanco y una mecedora que estaba amarillenta por el sol.
Al estar todo tan blanco me daba la sensación de ser una estancia muy fría, así que me animé a pintar una pared bicolor. En un principio iba a ser recta, pero descubrí una pared así en Pinterest y me encantó. Ahora mismo es mi rincón favorito.
Para esta reforma solo he comprado dos cosas, ésta planta tan bonita que veis aquí y una lámpara de fibras naturales para aportar más calidez a la estancia. Todo lo demás es reutilizado.
Como veis no se necesita gran cosa para cambiar un espacio. Un poco de pintura y un par de detalles nuevos y… ¡Tachán!
Ahora que estoy súper motivada y con el subidón he decidido seguir con el resto de la casa, pero eso lo dejamos para otro capitulo.