Revestimiento cerámico tipo metro de París, pizarra y pared de ladrillo. Texturas perfectas para muebles blancos.
Se puede usar, o un detalle, o una simple pared aprovechando el de la pared original, o colocado como revestimiento en placas.
El único cuidado que tienes que tener es, que si es una pared original, hay que barnizarlo con algún producto como barniz transparente mate, que sirve para cerrar poros y que no largue polvillo, pero que no altera su estética, o con aceite de linaza. Este le da algo de brillo e intensidad al color original, pero este recurso, lo muestra sin alterar su imagen original mucho. Hay que recordar, que el ladrillo es una pieza de barro cocido, sea cual sea su forma de fabricación y puede soltar polvo.
La otra forma de usarlo es pintándolo de blanco. Se deja la textura pero se cambia su aspecto rojizo original, evidentemente con la pintura.
Las opciones son infinitas. Ya sea como una pared, como un revestimiento con aplacado de ladrillo o lo que en construcción se llama “galleta” del ladrillo, que seria partir un ladrillo por la mitad más o menos, y pegarlo a la pared como si fuera un revestimiento. Esta forma es ideal para usarlo solo en el salpicadero (sobre el largo de la encimera) y cuando los originales no son buenos. Porque no todos los ladrillos que se usan, son bonitos para usarlos como revestimientos.
De la única forma que mi experiencia te recomienda que no lo uses, es en suelos de ladrillos. Necesitarían un tratamiento anti grasa, que puede encarecer bastante. No se justifica.
Veamos ejemplos donde el ladrillo es el protagonista en las cocinas.
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