Tengo cerca de casa un Rastro Reto al que entro a veces cuando paso por
delante. No siempre "peco" pero en ocasiones la tentación por alguna pieza
que encuentro es irresistible.
¿Recordáis que ya os hable de algunas gangas que encontré allí (aquí)?
Si en el post anterior manifestaba la necesidad de reorganizar los muebles y
objetos que tengo en casa, deshaciéndome de muchos de ellos que ya no
necesito o no se adaptan a mi estilo actual (ya no me hacen feliz que diría
Marie Kondo), era porque en mi última visita a este rastro adquirí algunos
chollos y ya me resultaba imposible adaptarlos sin hacer algunos cambios
para aligerar el ambiente, consiguiendo una decoración más diáfana y fresca.
Esta mesa que veis es en realidad la culpable de activar mi personal cruzada
para conseguir la magia del orden, puesto que las otras dos piezas que compré
son pequeñas.
En sí misma me pareció atractiva y me acerqué a verla.
El precio, 35, era un auténtica invitación al "llévame a casa", pero si además
descubres que es una pieza nueva con la etiqueta original colgando, diseño de
una firma sueca que te encanta, Wikholm Form, y sabes que esta mesa
cuesta normalmente más de trescientos euros...
¡Qué levante la mano la valiente que se resista!
Seguramente sea un diseño descatalogado de una temporada anterior
porque no he encontrado fotografías en la red de una exactamente igual.
La de la imagen superior izquierda es la más parecida.
Casi os diría que me gusta más la mía al combinar el estilo industrial
de la pieza con el toque chic del filo dorado de la bandeja.
¡Sí! Es una mesa auxiliar formada por unas patas abatibles y una bandeja:
doble funcionalidad.
Se nota que me SUPERENCANTA, ¿verdad?
También encontré una consola con gruesas patas de metal cromado y sobre
de madera antigua llena de texturas que... Y por sólo 200 (menos lo que
puedas regatear)...
Pero no, ni una pieza más entra en mi casa hasta que no salgan dos, al menos.
Estoy satisfecha de haber descargado visualmente esta zona del salón y
haber recuperado algo de amplitud.
Las otras dos pequeñas adquisiciones son un bote de cerámica (3) y un
antiguo espejo ovalado (2).
El color del vidriado del bote y su contraste con la arcilla rústica y oscura me encantó.
Hubiera preferido que no tuviera las letras: últimamente me doy cuenta
que evito todo lo que tenga un significado lingüístico porque de algún modo
condiciona a imaginar la pieza para un uso, un lugar, un contexto, etc. y
el objeto en sí mismo pierde identidad, su factura, forma, textura...
Aunque siempre puedo voltearlo para que no se vea el texto.
El espejo tiene unas atractivas manchas que denotan su edad.
Queda ideal como base para un centro de mesa, con velas por ejemplo, aunque
seguramente acabaré colgándolo junto a otros espejos formando colección.
Queda pendiente "meterle mano" a mi atiborrada estantería y seguir poniendo
en práctica el orden y el desapego, físico y mental. Es verdad que es terapéutico
y, una vez puestos, parece que adictivo... Ya os contaré.
¿Os gustan mis nuevas adquisiciones y los cambios en mi salón?