Tanto le dio al coco que un día se le iluminó la bombilla. Fue al colgar los visillos después de uno de sus siempre gratificantes lavados (ummm, qué olor tan bueno desprenden al colocarlas aún húmedas....) cuando observó el artilugio que unía las dos barras de cortinas. Rápidamente adquirió un par de esas piezas.
El trompo nos sirvió para hacer unos agujeritos estratégicamente colocados a ambos lados de la pared y casi a la misma medida que el ancho del cabecero.
para fijar las piezas ...
Apoyamos en las hendiduras más externas de ambas piezas la barra horizontal del cabecero de forja.... Ojo, hay otros artilugios iguales con una sola hendidura, pero necesitábamos más distancia entre la pared y el cabecero.
Las cortinas consiguen disimular a la perfección nuestro truquito...
Nuestro sueño vio la luz... ¡¡Por fin la cama contra la ventana!! Ya os mostramos el dormitorio tras su cambio en otro post, pero hemos querido explicar paso a paso cómo lo conseguimos. ¡Esperamos que os haya gustado!
Ahí va nuestra frugalidad para los viernes con Marcela. Vamos a ver qué nos deparan las demás propuestas.
¡Feliz fin de semana!