Las tendencias decorativas son efímeras y bastante azarosas, hay materiales que parecen desaparecer por un tiempo, pero nunca se van del todo. Pasa con el lino, con el mármol… y también, por supuesto, con las cerámicas. Durante años, los suelos de madera ocuparon el trono del diseño de interiores, pero, en los últimos meses, cada vez más decoradores y particulares están redescubriendo el encanto de la cerámica, en buena medida porque se trata de un material que combina resistencia, frescura y un toque artesanal que parece hecho para durar toda la vida. La novedad está en cómo se está reinterpretando con texturas cálidas, acabados naturales y formatos que sorprenden por su estética moderna y elegante, lejos de los azulejos fríos de antaño.
Las casas están volviendo a apostar por lo auténtico, por materiales de aspecto más tradicional que, además, resisten el paso del tiempo. Es en ese contexto donde la cerámica se adapta como un camaleón, puesto que puede parecer madera, piedra, cemento... Los fabricantes han conseguido crear piezas tan realistas que cuesta distinguirlas a simple vista. Sin embargo, todas comparten ventajas como que son fáciles de limpiar, soportan la humedad y no pierden color con el sol. Por eso, tanto en proyectos de nueva construcción, como en reformas, se habla de la “segunda edad dorada” de este material.
La tendencia, sin abandonar su uso habitual en suelos, se extiende también a los revestimientos, que ahora decoran paredes, encimeras e incluso muebles. Los interioristas juegan con diferentes texturas y formatos para crear ambientes envolventes, casi escultóricos. Los acabados mates y los relieves suaves están ganando terreno, mientras que los tonos neutros (arena, beige, gris o blanco roto) ayudan a dar luz y amplitud. En baños y cocinas, esta versatilidad se traduce en espacios más fáciles de mantener, pero también más acogedores y sofisticados.
Por otro lado, se trata de un regreso ligado a una conciencia más ecológica, tan en boga en los últimos años. Las cerámicas actuales se fabrican con procesos sostenibles, empleando menos agua, menos energía y, en muchos casos, materiales reciclados. Además, su durabilidad las convierte en una opción responsable, puesto que duran décadas sin perder su encanto.
También hay una parte emocional en esta vuelta. Los suelos cerámicos evocan el frescor de las casas mediterráneas, la elegancia de los lofts industriales y el aire artesanal de los hogares de antes. En 2026 veremos cómo esta nostalgia se combina con la innovación: piezas XXL que eliminan juntas, mosaicos geométricos con aire retro y acabados brillantes que reflejan la luz de forma sutil.
El motivo por el que la cerámica vuelve a estar de moda trasciende lo puramente estético. Tiene que ver con esa necesidad de volver a lo esencial, a lo duradero, a lo real. Y es que un buen suelo no solo sostiene los muebles, también sostiene la vida diaria, los pasos de quienes lo habitan y las historias que suceden sobre él. Y, en eso, la cerámica tiene algo que decir y mucho que ofrecer, de nuevo.