Os cuento que las sillas no estaban en mi piso cuando lo compramos... es de las pocas cosas que no estaban por aquí. Pero no sé que pasa, que siempre me voy encontrando sillas por la calle. Sí, habéis leído bien, soy el terror de las calles de mi ciudad, silla que me encuentro silla que recojo. Y quien dice silla, dice muebles varios ^^.
La zona en la que vivo es zona de estudiantes, por lo que los pisos cambian mucho de arrendatarios y cada vez que alguien se muda, saca al lado de los contenedores lo que no quiere del piso para que los recoja la empresa de basuras. Y no se como lo hago, pero siempre me enamoro de cada mueble que veo olvidado en la calle, me dan penita y pienso en darles una segunda oportunidad.
Bueno, dejo de enrollarme y os enseño a las dos pequeñas....sí, me encontré ¡¡la parejita!!!
Como se puede apreciar en la foto, las sillas están muy bien conservadas, solamente tienen la zona de la malla del asiento con algunos agujeros. Por lo demás, estaban como nuevas. Bueno, vamos a ver como fue el proceso de cambio.
Lo primero de todo fue quitar la toda malla estropeada de los asientos. Fue un trabajo bastante más pesado de lo que pensaba, ya que en este caso, la malla estaba cosida al asiento con el mismo tipo de material y tuvimos que cortar cada uno de los hilos para poder limpiarlo bien todo.
A continuación nos dispusimos a lijar bien toda la superficie de la madera para quitar los pequeños arañazos que pudieran tener las sillas y preparar la superficie para que la pintura agarrase bien. Como íbamos a usar pintura, nos bastó con una pasada con una lija de grano medio para las imperfecciones y otra pasada con una de grano fino para pulirlo todo.
Como las sillas iban a ser mobiliario para el balcón, nos decidimos a darles una capa de pintura que las protegiera bien de las inclemencias del tiempo cordobés... ya sabréis el solazo que tenemos por estos lares...
Nos decantamos por darles una pintura efecto forja en color verde para, además de protegerlas, darles el aspecto de silla metálica tan típico de las terracitas de las cafeterías de verano.
Aquí veis una de las sillas pintada y la otra solamente lijada a la espera de su mano de pintura. Les dimos tres manos de pintura a cada una con una brocha y mucho cuidado para no dejar marcas, ya que este tipo de pinturas con efectos no se pueden lijar bien. Pero si dais la pintura con cuidado, el acabado es muy profesional.
Tras las manos de pintura y dejar que se secasen el tiempo que estipula el fabricante, le dimos también una buena capa de barniz acrílico incoloro con efecto mate. Estos esmaltes no es necesario barnizarlos, pero como ya os he comentado que van a estar en el balcón, decidimos que nos les vendría mal un poco de barniz.
Una vez bien seco todo, solo nos quedaba revestir el asiento. Los que nos hizo pensar que ponerle una malla del tipo que traía no iba a ser muy buena idea para la ubicación que iban a tener. Así que se nos ocurrió la idea de seguir reciclando y haciendo más económicas aún estas sillas (¡¡solo nos gastamos el dinero de la pintura!! ^^). Un material resistente y barato es sin duda la madera de palets, así que cogimos unos cuantos listones de unos palets que teníamos por ahí, los cortamos y con esto recubrimos los asientos.
Así es como quedaban las tablas cortadas y bien pulidas con lija de grano fino. Nos encanto el efecto que le daban a las sillas, fue el toque final que las transformó en mobiliario de exterior.
Antes de colocar las tablas en su sitio, les dimos dos buenas capas de barniz para barcos, que es un barniz muy resistente para exteriores. Una vez bien secas, las atornillamos a la madera del asiento y dimos por finalizado el trabajo, así es como quedaron nuestras pequeñas adoptadas de la calle...
¿Qué os parece? Nosotros estamos encantados con el cambio, y la verdad es que ahora disfrutamos mucho más del balconcito de mi piso. Os dejo con el antes y el después.
Antes Después
Pues esto es todo por hoy, espero que os haya gustado el cambio y que nos sigáis en los próximos locos proyectos. Nos vemos pronto en Factorela.