El Art Nouveau influyó sobre los objetos, muebles y ambientes de su tiempo, probablemente, como ninguna otra tendencia en el arte decorativo lo había hecho antes. Todo este universo es decorativo, pues esa es la finalidad y a ella se somete la forma.
Rasgos característicos
Esta tendencia vuelve a la artesanía y a la naturaleza debido al miedo a que el auge de la máquina bajara la calidad del diseño. En Occidente predominaba el optimismo; la ciencia y la tecnología aumentaban el confort, las costumbres se modernizaban y la idea de renovación a la medida humana impregnaba la búsqueda artística.Fue el mobiliario de Mackmurdo el primero que incorporó lo que luego iban a ser los motivos típicos del Art Nouveau: las formas llameantes. Las líneas sinuosas eran el reflejo de las raíces, ramas y troncos de los árboles y plantas. Los motivos más utilizados fueron el perejil, el cardo, el ciclamen, las mariposas y las libélulas. Todos ellos plasmados en edificios, telas, muebles e interiores.
A pesar del temor mencionado, y teniendo en cuenta la gran exigencia formal a la que era sometida la madera, la empresa Thonet y Kohn tuvo una gran demanda en el mercado de sus muebles de madera combada. Ya en 1859 había presentado la silla número 14 de la que se hicieron numerosas ediciones abaratando costes debido a la floreciente producción industrial. Hacia 1900, 6.000 obreros producían diariamente 4.000 muebles.
El rasgo más característico de este movimiento es la línea latigazo o serpentina. Pero los objetos e ilustraciones del Art Nouveau rebosaban en trazos dinámicos, surcos que se volvían sobre sí mismos, rodeaban las imágenes y se fundían con ellas. Con esos movimientos se pretendía simbolizar la creatividad de la naturaleza. Por eso, los motivos son hojas y ramas entrelazadas en delicados arabescos, lianas, algas, juncos y lirios. Los animales eran exóticos y ondulantes, como el cisne, el pavo real, las medusas y los pulpos. Y entre las figuras humanas, la gran favorita era la mujer, por lo que proliferan las sirenas, ninfas o damas voluptuosas, siempre distantes e impregnadas de misterio.
Maestros de la curva
París y Nancy fueron los centros del resurgido diseño francés. Muchos de los ebanistas de esta época se hicieron famosos bajo el patronato de Bing. Entre ellos destacó el belga Van de Velde, quien tendría un gran éxito en Alemania, donde desarrolló gran parte de su obra.Bélgica fue el país donde el Art Nouveau alcanzó su máxima expresión. Las líneas curvas y sinuosas realizadas en hierro y cristal que Víctor Hortas diseñó para el Hotel Tassel son un bello exponente de este estilo. En Inglaterra tuvo escasa repercusión, pero destaca Charles Rennie Mackintosh, la figura principal de la escuela de Glasgow que, junto a su esposa Margaret Macdonald, iba a influir también entre los alemanes.
Sus diseños en colores pastel, blanco, gris perla, rosa y lila daban un soplo de frescura.
En Viena surge en 1987 la Secesión, deseosa de romper con la continuidad de los movimientos anteriores y dar un aire nuevo a las artes. Olbrich y Hoffman fueron importantes representantes de esta línea. Aspiraban a la fusión de todas las ramas que no se consiguió hasta principios del siglo XX, si bien muchas piezas aún seguían quedando aisladas de la arquitectura.
El Art Nouveau español
Modernismo; así se denominó en España el Art Nouveau, que encontró en Antonio Gaudí uno de sus más destacados representantes. Formado en el ambiente del romanticismo catalán, este arquitecto hizo de Barcelona un deslumbrante muestrario del espíritu modernista. En edificios como la casa Milá, la casa Vicens o el ábside de la Sagrada Familia se respira libertad creativa e inspiración en la fuerza de los mundos orgánicos.Gaudí aplicaba las formas onduladas tanto a su arquitectura como al mobiliario que diseñaba pensando en sus edificios. Nada es recto: sillas onduladas talladas prodigiosamente en roble macizo acompañan a sinuosos muros y peldaños, a los ondulados marcos de las puertas y cercos y cuarterones de las ventanas. Un desafío increíble de las leyes de la naturaleza.