Lucian Blaga
Rosa fue la primera palabra que aprendí a declinar en latín. Rosa rosae. Y para cada función en la oración, una u otra terminación. Ya sabéis de lo que hablo si también vosotros os cruzasteis con esta lengua clásica. Era divertido, al menos al principio. Luego las clases se fueron complicando a medida que las declinaciones también lo hacían. Sin embargo, tuve la suerte de tener una profesora que enseñaba con pasión, convirtiendo lo difícil en (un poco más) fácil. No me preguntéis el motivo pero he rescatado ese recuerdo al ver este sofá rosa, impecable, en el centro del salón. Desde luego la mente está llena de conexiones extrañas que no tienen mucho que ver entre sí pero que aparecen, de repente, en lugares como el de hoy: el apartamento de la estilista Annika Von Holdt.
Aquí nos quedamos este jueves. En unos interiores puros y frescos, con pocas piezas pero con mucho carácter. Si algo me gusta es la combinación de distintos modelos de sillas. Por una parte, la Diamond Chair (ver imagen 6), diseñada por Harry Bertoia, simula la silueta de un diamante con cada una de sus varillas de acero. Es mi favorita porque, como dijo su progenitor, está hecha de aire. No hay mejor descripción. Por otra parte, también aparecen la Tulip, la silla de diseño metálica Berta, la Panton Chair y la transparente Louis Ghost, otros iconos que encajan muy bien en ambientes contemporáneos.
Al hilo de lo que os comentaba al principio, el sofá rosa se convierte en el centro de todas las miradas. Es el gran protagonista en un escenario que apuesta por la sutileza de los blancos y grises. Hay que arriesgar para encontrar el acierto.
¿Qué es lo que más os gusta?
Feliz jueves,
Arriba, en el dormitorio, la Diamond Chair.
De izquierda a derecha: Panton Chair, Tulip Chair y la silla modelo Berta.
Abajo, un modelo transparente: la silla Louis Ghost de Philippe Starck.
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