Se trata de "un ejercicio gráfico para aportar vida a espacios que aun y siendo creados para las personas, a menudo se muestran demasiado asépticos, limpios y neutros". Babina ha querido "representar interiores arquitectónicos no como meros escenarios inanimados sino como una serie de retratos de la vida diaria", en un intento de aproximar la arquitectura a la realidad.
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