Esta creciente demanda se debe a que la tarima flotante tiene diversas ventajas frente al parquet. Una de las más importantes es su larga durabilidad y su bajo mantenimiento. Mientras que el parquet convencional debía ser acuchillado cada cierto tiempo y encerado y pulido cada pocos días, la tarima flotante no necesita de esos cuidados. Simplemente con pasar la aspiradora o fregarle con una fregona húmeda le basta.
Además es muy resistente a arañazos, rasguños, choques… ¡Incluso a las colillas de los cigarrillos!
Otra ventaja que se obtiene al colocar tarima es su fácil montaje. Mientras que el parquet debía ser encolado al piso, la tarima flotante se puede colocar encima del suelo que teníamos en nuestras casas uniéndose por el sistema clic, que se basa en encajar una serie de ranuras por presión y que además, pasan desapercibidas para la vista.
Además, la tarima flotante es un perfecto aislante contra el frio, proporcionándonos suelos más cálidos en el frio invierno.
Por el contrario, con el parquet se pueden hacer suelos más originales, aunque cada vez más existen más tipos de tarimas y colores.
Y vosotros, ¿utilizáis alguna de estas dos superficies? ¿Estáis contentos con el resultado?