La historia de cómo empezó el proyecto comienza con la compra de un edificio en una zona deprimida de Rotterdam y su posterior reforma con el asesoramiento de Zecc Architecten.
El Ayuntamiento no admitía una renovación total de la fachada, que data de 1900, por lo que se decidió darle un aire nuevo pintándola en negro petróleo, inclusive las ventanas y cristales originarios, dejándolas ciegas. Se incorporaron unas ventanas especiales, que como podéis ver son cubos de acero que sobresalen por fuera de los ladrillos.
El peculiar y característico color de la fachada es el que inspiró a Bruggink para bautizar su casa como The Black Pearl.
No se pudo aprovechar nada del interior ya que estaba en muy mal estado y se procedió a hacerlo todo de nuevo, conservando la estructura. La renovación costó unos 230.000? y se pretendía que aunque manteniendo diversos niveles, el espacio fuese lo más diáfano posible y sin puertas.
El mobiliario es una conjugación simple pero muy interesante de mueble a medida de líneas muy rectas combinado con piezas recuperadas y restauradas. Todo ello integrado en una línea cromática constante global.
Destaca el detalle de los suelos y revestimientos de algunas paredes así como de los muebles de la cocina, hechos a medida con madera recuperada. Encontramos también algunas paredes que mantienen su aspecto visto originario y que conviven con otras pintadas en la línea cromática de la que hablábamos.
Como guinda, la zona de spa en la azotea, totalmente acristalada y "abierta" al cielo de Rotterdam.
Una vivienda absolutamente diferente, estudiada y especial.
Fotos de Andreas Meichsner para The New York Times
Me encanta la fachada. En global resulta, cuanto menos, sumamente original, ¿no?
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¿Qué os parece vivir en una casa sin puertas, con espacios totalmente abiertos al resto de estancias? ¿No creéis que se necesitan unos mínimos de privacidad?
Besos
G