Hace algunas semanas, Carmen Escalona, Directora Creativa de CharHadas, me hizo llegar una invitación para participar en un encuentro con blogueras y asistir a los desfiles de The Petite Fashion Week, una pasarela de moda infantil que este año celebraba su segunda edición. Me sentí muy halagada y también sorprendida puesto que en el blog no suelo escribir sobre moda y la temática infantil la he incorporado recientemente. Aún así, el evento apostaba muy fuerte en esta ocasión por la decoración, habiendo encargado el montaje al decorador Manuel Espejo, y además la ubicación no podía ser más espectacular: el Palacio de Cibeles. Así que este pasado fin de semana, cogí un AVE y me planté en Madrid, en una escapada exprés de la que hoy os hago un pequeño resumen.
Imágenes: Toc Toc Vintage
La jornada arrancó el sábado a las 10 y media de la mañana con un desayuno en el que pudimos saludarnos algunas de las blogueras asistentes, además de conocer a los miembros de la organización. El desfile empezó a las 12 del mediodía, siendo el acto central de la jornada. Personalmente, fue una oportunidad para conocer las tendencias de cara a la primavera/verano del año que viene y descubrir algunas firmas, como la que presentaba la modelo Alba Carrillo, en su debut como diseñadora. La marca se llama Cocó & Cocoilo, y he de reconocer que me pareció una colección muy fresca, de ropa para el día a día y unisex, algo que me suele gustar de las marcas, que no haya distinción entre línea de niño y de niña.
Después del desfile, pude visitar los diferentes stands, entre los que destaco el del proyecto Semilla, un espacio creativo en Madrid impulsado por el DJ Carlos Jean, donde se llevan acabo actividades para los niños, en horario extraescolar, para fomentar el aprendizaje a través de la creatividad. Por otro lado, la organización de The Petite Fashion Week, ubicó un salón de lactancia, cosa que facilitaba asistir al evento con tu bebé. Aunque al final cuando das el pecho, te apañas donde sea, a veces se agradece que todo sea mucho más cómodo. El certamen además colaboraba con diferentes ONG, destinando todo lo recaudado con la venta de entradas a fines benéficos.
Después de comer, ya volví a la estación de Atocha, y de regreso a casa, me fui con la sensación de haber vivido una experiencia fantástica, breve pero intensa. Habrá que repetir el año que viene