Personalmente me gustan mucho los espacios con grandes zonas abiertas, por supuesto que me fascinan las estancias con techos altísimos y ventanales que superan los dos metros y medio de altura. Y como os decía el otro día cuando hablaba de la casa de mis sueños, me encantan las casas con un poco de jardín.
Pero lo cierto es que vivo en un piso y me tengo que ceñir a un espacio donde no caben los excesivos juegos de texturas, ni los grandes espacios negativos, ni abundantes elementos arquitectónicos con encanto.
Los pisos normalmente tienen una distribución compartimentada, paredes lisas (con suerte), ventanas de aluminio o pvc, puertas lacadas y suelos de parqué o laminados. La altura media de los techos suele ser de 2,60 metros y las cocinas a menudo son alargadas.
Con estos elementos de base, tenemos que buscar soluciones funcionales que nos ayuden a aprovechar el espacio y nos dejen añadir algún punto de calidez. La creatividad y el estilo al final se tienen que fundamentar en una perspectiva muy práctica y a menudo discreta. Como en el caso de este piso que traigo hoy de ejemplo, obra del estudio de interiorismo Arent&Pyke, de Australia.
Un diseño depurado, funcional, muy sencillo pero práctico, luminoso, cálido y acogedor. Colores neutros que combinan con tonos cálidos y el mobiliario justo en madera. Trabajos de carpintería a medida (una solución ideal) y textiles frescos y contemporáneos. El conjunto funciona, hace hogar.
Es un equilibrio que se logra por entender el espacio. Por no querer ser lo que no es. Porque un piso, es un piso.