Lo mejor de esta opción (aparte de la valoración económica), es el hecho de poder diseñar la vivienda totalmente a medida del habitante. Los espacios y las soluciones se pueden ajustar y las alternativas en materiales y acabados se pueden elegir al gusto del cliente, dentro de sus límites de presupuesto.
Además, ¡se puede ser muy creativo! Eso sí, el trabajo debe realizarse siempre con un arquitecto (y ese es un terreno en el que yo ni me atrevo a adentrarme).
En estas casas, el trabajo interior y el exterior se suele realizar en paralelo. Los muros y los tabiques se diseñan al mismo tiempo que los elementos interiores para dar cabida a todas las necesidades de los que vayan a habitar el espacio. Y normalmente los elementos de mobiliario suelen estar integrados en los elementos estructurales. Como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Desde un punto de vista práctico, tiene más ventajas. Más almacenaje, más luminosidad, más espacios abiertos, mejor climatización, etc. Yo creo que es una alternativa pocas veces contemplada y en la que deberíamos pensar más a menudo.
Si trabajamos con un buen equipo y nos asesoramos bien, podemos conseguir la casa de nuestros sueños por un coste más ajustado de lo que nos supondría comprar una casa terminada.
Ya sé que muchas veces buscamos el encanto de las casas y cosas con historia, de las estancias vividas y de los objetos antiguos. Pensamos que tienen un valor especial, y en muchos casos lo tienen. La calidad de los materiales, la probada resistencia al paso del tiempo o la originalidad d trabajo único. Pero también tenemos que mirar al futuro y pensar de forma funcional.
Las casas fabricadas por uno mismo son na alternativa muy interesante. ¿No creéis?
Fuente: Design Milk
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