La casa se compone de tres plantas en cuya remodelación el propósito era crear espacios lo más abiertos posibles para permitir el paso de la luz natural. Empezó justo antes del comienzo de la pandemia por lo que la obra se demoró cinco meses en los que sufrieron retrasos, ciertas restricciones con algunos productos y faltas de stock en otros. Pero finalmente, obtuvieron su casa soñada.
Dentro, la vivienda se ve limpia, minimalista, casi monacal, cada vez me gusta más este concepto de menos es más, me transmite mucha paz mental. Quizás me falte algo de vida en ella, sobre todo en algunas estancias otras, sin embargo, las veo perfectas tal y como están.
Las paredes de yeso ayudan mucho a dar esta sensación de limpieza, aportan textura y a su vez, crean luminosidad. Por otra parte, la mezcla con la madera natural les da el toque cálido a las estancias. Precisamente el yeso fue una de las cosas que se hizo esperar debido a la pandemia, así como también las vigas que discurren por el techo de la cocina y el comedor, dando una sensación de confort espectacular.
En estas dos estancias, al igual que las vigas del techo, los muebles y el suelo también son de madera de abeto, proporcionando continuidad y contrastando con los muebles y la encimera de cuarzo en blanco brillante, de Caesarstone. Sobre la mesa de comedor, la mítica lámpara de Louis Poulsen y las originales luminarias colgantes sobre la encimera, son de Schneid Studio. El área de la cocina lleva un suelo de terracota más sufrido, y tras la isla, donde se encuentra la zona de comedor, pasa a ser de madera de abeto.
La mesa hecha de tablas de abeto Douglas, va acompañada de un banco de la misma madera, sobre éste se ha decorado la pared con cerámica blanca acanalada creando un contraste muy interesante.
La escalera de la misma madera, está fabricada de manera escultórica haciendo referencia a los trabajos de Alvar Aalto. Por ella se asciende al ático, espacio que se destinó a la suite principal de la casa, con un aspecto más que minimalista. Poco más que una cama y un espejo cumplen su función, le acompaña el baño acristalado al que se le han añadido unas bonitas cortinas azules que le dotan de privacidad.
El baño de las niñas tiene azulejos en dos tonos color rosa y el suelo de cemento, combinado con perfilerías en los cristales y griferías en negro. Se encuentra junto a sus dormitorios y un estudio en la planta media, a la que se accede desde abajo mediante una escalera de caracol que conduce también hasta el ático. En la parte superior de la escalera, se hizo un tragaluz para que esta bonita escalera, de madera Douglas, estuviera siempre iluminada.
Vista desde el patio trasero, puede contemplarse cómo los mosaicos azules han ido perdiendo color con la exposición al sol, haciendo que cambie la estética de la casa, e incluso que se transforme con las distintas estaciones. El color y la textura de los azulejos, contrasta con los ladrillos del resto de la fachada típicamente londinenses.
¿Ubicaríais esta casa en Londres al verla? A mí nunca se me hubiera ocurrido…
Imágenes: Nick Dearden Para: Dwell
Suscríbete al blog por correo electrónico
Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.Dirección de correo electrónico:
Suscribir