Once upon a time? un viaje de trabajo a Paris. En el mundo del fashion business las cosas funcionan así: diseñadores, estampadores, fabricantes, empresarios? se dan cita en la ciudad de la moda más chic cada seis meses(xq de Londres y NY no hablamos hoy).
Compran, venden, aprenden, emulan, inspiran?con un cierto feed back, seguramente, pues cada cual se lleva y aporta un poquito cada vez.
En uno de esos viajes, caminaba hacia Place Vendôme después de "alimentar el ojo"(léase inspiración)en el magnífico escaparate de la confitería laduree, sí la genuina, la de los macarons.Desde allí pasé a Fauchon, la épicerie por excelencia, el templo del gourmet, y justo después a la tienda de juguetes.
Cuando uno se dedica a diseñar moda no busca solamente más moda, mejor visitar mucha exposición de arte contemporáneo, librerías "de viejo" como Shakespeare and co, cafés donde se reúne gente guapa vestida de outlet, por cierto uno de los más antiguos Le mouton a cinq pattes? y tiendas de menaje. Estas últimas son mi perdición, adoro toquetear las pinzas de madera de tender la topa, los pañuelos japoneses para envolver paquetes, la porcelana decorada, etc.
Así fue, en una tienda maravillosa -que ya no existe- de decoración para casa, los encontré: un recogedor y una escoba plegable. Ella provista de diminutos pelitos de caucho que arrastraban el polvo milagrosamente y ambos con palos telescópicos de acero inoxidable. Empuñaduras ergonómicas y todo pensado para ocupar el mínimo espacio colgados detrás de la puerta.
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Aun así, excedían en medida la capacidad de mini troley, por lo que allí se quedaron muy a mi pesar.
Volví a casa, al trabajo y a la rutina, pero cada día al cerrar la puerta de la cocina notaba una ausencia, un hueco que sólo podía llenar el objeto de mi deseo.
Seis meses? otra vez Lille y Paris con la mini troley: avión+TGV+metro+mucha caminata.
Regresé y encontré aquella tienda, volví a buscarlos con el corazón encogido por si la moda tan efímera y cruel los había engullido, por si un avatar del destino los hubiera condenado al ostracismo y una aspiradora wifi-inalámbrica-con-gps los hubiera aniquilado.
Para mi sorpresa seguían allí, me esperaban preparados para saltar a mis brazos, a mi sac à main.
Sólo mentes inquietas y espíritus atrevidos como vosotr@s pueden comprender de qué estoy hablando.
Esa alegría, esa sinrazón que te hace comprar una sartén de hierro colado en Japón, que hará saltar la alarma del arco detector de los aeropuertos de medio mundo. Ese perchero que encontraste en Machu-Pichu y nadie te ayudó a acarrear. Una sombrerera imposible que no pudiste dejar escapar en un mercado callejero de Praga.
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Recorrí Paris el último día de trabajo cargando mi tesoro y no hubo boutique, café, museo ni estación de metro que se resistiera.
Antes de embarcar me armé de valor, por supuesto no los encomendé a ese túnel oscuro conocido como "el limbo de las maletas",un sitio extraño del que sólo unos afortunados consiguen volver. Llevé conmigo mi escoba y mi recogedor por terminales, fingers y coffee-shops, allí donde los gendarmes, camareros y dependientas de dutty-free, me hacían la ola con las pestañas, con una mezcla de estupefacción y envidia que sólo vosotros podeís comprender.
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"C"est tout"
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Pi
NOTA*: todas las opiniones son absolutamente personales, estoy segura que hay tiendas mejores y establecimientos fabulosos, pero estos son algunos de "mis favoritos".