Las tres virtudes de la madera son más que evidentes: calor, belleza y decoración. La amplitud de los espacios, la higiene y la elegancia que otorga un material natural como éste son ventajas incuestionables, por no mencionar su resistencia al paso del tiempo y su capacidad aislante.
Sin embargo, esta clase de suelos también tiene sus inconvenientes. Por ejemplo, el precio, ya que son mucho más caros que el gres o la moqueta. Pero no es necesario cubrir toda la casa de madera: generalmente ésta se reserva para salones y dormitorios, y se dejan las baldosas cerámicas para cocinas y baños. Otro de los problemas de la madera es que su instalación es complicada y requiere cuidados constantes para evitar su deterioro.
Parqué: el más delicado
Este tipo de suelo se instala con pequeñas láminas de madera que forman diversos motivos decorativos, y que se colocan sobre el cemento con cola de carpintero. Para poner parqué en la vivienda, ésta tiene que estar completamente vacía, y dejarla inhabitada unos días para que actúe el barniz del parqué, ya que el olor de este producto recién aplicado es muy nocivo.Aparte de estos inconvenientes, el parqué requiere inquilinos relativamente tranquilos. Se deteriora con facilidad si la casa tiene mucho trasiego: se marca y araña con las patas de las sillas o cuando caen objetos; y también es muy fácil mancharlo si no se limpia inmediatamente.
Aunque existen soluciones temporales para estos pequeños desperfectos, como reparadores de madera, no hay más remedio que lijar y barnizar el parqué cada cierto tiempo (entre cinco y diez años, depende de cada caso). Por último, indicar que también es bastante sensible a los cambios de temperatura: es habitual que las piezas se dilaten y se contraigan con las oscilaciones climáticas bruscas.
Tarima: instalación fácil
La tarima flotante es uno de los suelos de madera más cómodo. Al no entrar en contacto directo con el suelo, ya que las piezas que lo conforman van encoladas directamente entre sí y montadas sobre rastreles, es fácil sustituir las láminas deterioradas por otras nuevas. Aunque su precio es más elevado que el parqué, muchos se decantan por este sistema debido a su comodidad. Cuando se quiere poner tarima flotante en la vivienda hay que elegir antes cuántas láminas tendrá cada tabla de la tarima. Lo más corriente es utilizar tablas de dos o tres láminas, ya que cuanto más ancha sea la lama, mayor es el precio que tiene esa pieza de madera en el mercado.En general, la tarima es de madera convencional, aunque existen otro tipo de tarimas de materiales nuevos, como las termolaminadas. Resistentes a los impactos y productos químicos de uso doméstico, los arañazos y cambios de temperatura, su durabilidad y resistencia hacen de este sistema uno de los más demandados. Estas láminas están compuestas por aglomerados de madera de alta densidad que se cubren con una película decorativa termolaminada.
La alternativa a ambos materiales se concreta en el uso de láminas sintéticas. Aunque de origen artificial, sus tonos y colores son cada vez más parecidos a la madera y, además, son resistentes y fáciles de limpiar.
Elegir la madera adecuada
Dependiendo de las necesidades y el ambiente que quieras crear en tu hogar, así tendrás que elegir el tipo de madera para el parqué o la tarima. Ten en cuenta primero que las maderas más comunes, como el roble, la haya o el cerezo, son más baratas que las tropicales, pero que éstas son mucho más resistentes a la humedad, circunstancia que deberás tener en cuenta dependiendo del lugar donde esté tu casa.Maderas tropicales como la caoba, la teca o el iroko son perfectas para viviendas con cierto toque étnico; y las tarimas pintadas de colores ofrecen aires renovados, perfectos para una decoración mucho más arriesgada.
Respecto a los tonos, actualmente, la oscuridad del wengué y el nogal causan auténtico furor dentro de las viviendas minimalistas, tanto en los suelos como en los muebles. La madera de color claro (haya, cerezo, roble, etc.) se reserva para las clásicas.