Siempre me han gustado estas casitas llenas de ventanas para dejar salir la luz de la vela que llevan dentro y, si además son en color blanco... entonces ya, me vuelven loca. Así que, después de ver varios tutoriales aquí y allá - sobre todo al ver el de "La chica de la casa de caramelo" - me convencí de que no era tan difícil y me animé.
Tenía pasta blanca ya en casa esperando su momento, y el domingo pasado que hacía malísimo y lo que más apetecía era quedarse en casa, me puse por fin manos a la obra. Lo mejor es que no lo hice sola, en cuanto me vio con las manos en la masa, mi niña se apuntó y he de decir que me ayudó un montón :)¡Vamos con el paso a paso!
Los materiales y herramientas son muy sencillos y, como casi siempre, muy económicos:
- Pasta blanca de moldear,
- Cortadores de galletas con formas.
- Rodillo amasador.
- Cuchillo o cúter*.
- Una escuadra o un cartabón*.
- Cola blanca.
* Si tienes el molde para hacer una Gingerbread House estas dos herramientas no te harán falta.
Primero aplastamos el bloque de pasta con el rodillo hasta dejarlo fino (como veis por esas manitas, aquí tuve ayuda aunque, eso sí, cada una con su rodillo, el de mamá y el de mi MasterChef Jr. particular ;) Amasamos hasta que consideremos que el grosor de la pasta es suficiente para que las paredes y el tejado sean consistentes.
En mi caso, como no tenía moldes, dibujé la casa con el cartabón y las medidas fueron un poco a ojo - de algo me tenía que servir haber estudiado dibujo, jeje -, pero si no os atrevéis, en el blog "Las recetillas de Isa" podéis encontrar una plantilla para imprimir. La suya es una Casita de Genjibre con fondant im-pre-sio-nan-te, pero para hacer una casita portavelas también os puede servir.
Vamos marcando y cortando cada parte de la casa, primero las paredes principales, y luego las ventanitas. Como veis, yo hice algunas dibujándolas y otras con los moldes de las galletas, pero la gracia es esa, que cada uno puede hacer las ventanas del tamaño y forma que prefiera.
Una vez que tenemos todas las partes de la casa, las dejamos secar durante unas horas. Yo las tuve que dejar un día entero porque por aquí tenemos tantísima humedad en el ambiente - y más esta semana que no para de llover - que aún habiéndolo tenido un día y pico, no tengo claro que fuera suficiente. Para la próxima igual pruebo con el horno... ya os contaré. Cuando las paredes estén secas del todo, empezamos a pegar las paredes con ayuda de la cola blanca. Aquí es donde a mí empezó a complicárseme la cosa,...las paredes se curvaban, el tejado se doblaba... bueno me quedo un poco churro, por eso os digo que creo que el secado se me quedó corto.
"La chica de caramelo" comentaba que se pueden añadir unas finas capas de pasta en las uniones, esperar de nuevo a que se sequen y después lijar. En mi caso no estoy segura de si no eran lo suficientemente finas o si no estaban suficientemente secas, pero después de lijar y todo se notan las juntas, así que si os animáis intentad hacerlo fino, fino y seco, seco ;)
Ahora sólo nos queda enceder una velita y ponerla dentro. Si además queremos darle un toque navideño podemos añadir un ciervo y un abeto del Asian Shop y lo tenemos. Y... ¡hasta aquí! Éste es el resultado de nuestra casita portavelas blanca :)
Fotos @ Deco López García
Lo sé... no es el mejor DIY que he hecho, eso seguro, pero no sé si por las ganas que tenía de hacerla,
por el buen rato que pasé trabajando mano a mano con mi niña o por qué, pero tengo que confesaros
que me encanta mi casita portavelas imperfecta y, además, estoy convencida de que
va a quedar genial cerca del árbol esta Navidad.
¡¡FELIZ FIN DE SEMANA!!
Nos vemos el lunes ;)