Primero, comenzaremos identificando cada elemento que compone la mesa y conociendo el lugar que ocupa en ella.
Aunque a primera vista puede parecer muy lioso, en realidad son solo unas cuántas pautas muy fáciles de recordar.
Comenzaremos con la vajilla, que dispondremos en el siguiente orden: bajoplato, plato principal, plato de entrante, plato de sopa o bowl. Si no estás seguro de qué medidas debe tener cada plato, puedes consultarlo aquí.
Respecto a la cristalería, la ubicaremos a la derecha. Al igual que la vajilla, en este artículo puedes ver qué tipos de copas existen y para qué se utilizan.
En cuanto a la cubertería, los tenedores los colocaremos a la izquierda y los cuchillos y las cucharas a la izquierda, siempre en el orden inverso de su uso. Si quieres una mesa estrictamente formal puedes ubicar los cubiertos de postre en la zona superior, como se muestra en la imagen. Cómo ves, es muy fácil, ¿verdad?
Una vez que ya tenemos clara la disposición de las distintas piezas, será el momento de elegir la vajilla y el mantel. Por supuesto, el mantel tendrá que estar perfectamente planchado y a juego con las servilletas, también de tela. Puedes acompañarlas con servilleteros.
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Si te animas, también puedes combinar todo con un bonito camino de mesa que dé contraste y una nota de color al conjunto final. Una buena combinación que no falla nunca es blanco-negro. Elegante y sofisticado a la vez.
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El broche final lo pondremos con un centro. Como es un día especial, esta vez te recomendamos coronar la mesa con un precioso arreglo floral.
¡Y todo listo! Ya sólo queda presentar tus platos. ¡Bon appétit!
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