Decorar con plantas no es nada nuevo. Siempre se han utilizado para decorar interiores y terrazas. Además, hay mucha gente que disfruta de su cuidado y de ver las plantas crecer y, en muchos casos, florecer. Ése, tristemente no es mi caso. Me explico: me encantan las plantas y por mí tendría muchas de diversos tipos. Pero el caso es que no se me dan muy bien. Por eso, en mi casa voy a lo seguro y a lo que siempre me ha funcionado y que se resume en tres opciones:
#1. El poto de toda la vida
Nunca falla! dura y dura como el conejito de las pilas de Duracell jaja. Lo tengo en casa desde siempre y el pobre aguanta mis despistes, mis cambios de sitio, etc. y ahí sigue. Unas veces más esplendoroso y otras menos. El secreto: no pasarse con el agua y regarlo cuando la tierra se vea seca. No hace falta ponerlo junto a la ventana pero sí en un lugar en el que le llegue la claridad.
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#2. Flores que duran mucho, como la paniculata
Me encantan las flores pero duran muy poco. Por eso la paniculata para mí es la opción ideal a la hora de decorar jarrones y vasos de cristal. Imagino que además te habrás dado cuenta que está muy de moda. Muy utilizada en arreglos florales su uso se está haciendo muy popular en la decoración de bodas. Yo suelo ponerla los primeros días con agua. Luego, la dejo sin agua para que se sequen y, aunque no están igual de bonitas, dan un aspecto natural y campestre que me gusta mucho.
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#3. Plantas artificiales
A lo mejor piensas…”¿en serio? ¿plantas artificiales?” yo era de las que pensaba que nunca decoraría con plantas artificiales. Odiaba esos jarrones de flores de plástico y tela que abundaban en los rincones de mi piso de alquiler en mi época de estudiante. Seamos sinceros, una planta artificial nunca va a poder sustituir a una de verdad. Siempre había antepuesto incluso otras opciones como ramajos (ya te hablaré en otro post de mi obsesión por las ramas jaja) y flores silvestres. No obstante, con el paso del tiempo y mi poca habilidad con las plantas, decidí probar. Y oye, no ha ido tan mal la cosa. Sí es cierto que trato de elegir aquéllas que parecen más reales y menos “de plástico” si es posible. Inconvenientes: no la ves crecer, florecer, no da ese aspecto natural que sólo las plantas reales proporcionan al espacio, no purifica el aire. Pero entre sus ventajas destaco la comodidad de no tener que cuidarlas, de que no importa que la peque las coja, las vuelque… Y, a fin de cuentas, es un elemento decorativo más. Las mías son de la serie Fejka de Ikea.
Fotos: Ninala Home
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En el único lugar en el que me he atrevido a poner flores artificiales ha sido en la habitación de mi hija. Cuando le decoré la habitación adorné la Kallax (la estantería de Ikea de los huecos cuadrados) con una maceta de preciosas flores en rosa. Pero, como me ocurre con prácticamente todas las macetas con flores, floreció y se puso hermosa para luego secarse. Sin perder la esperanza, la puse en el balcón, y ahí tomó vida de nuevo. Para sustituir su lugar en la habitación, opté por una planta artificial a prueba de niños No queda tan mal, ¿no?
Fotos portada: 1 / 2 / 3
Además de estas tres opciones, hay otras como las plantas suculentas y los cactus. Pero en mi caso, he tenido que desistir por mi hija. Las primeras porque no duraban de manera íntegra y a la primera de cambio me las encontraba con alguna hoja rota. En el caso de los cáctus porque pinchan. De todas formas, si los pones en algún sitio alto y fuera del alcance de los pequeñajos, puede funcionar.
¿Qué me dices? ¿decoras con plantas? ¿se te dan bien o eres de l@s que buscan soluciones fáciles como yo?
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