Un entorno privilegiado como el Valle de Iguña, en el centro geográfico de Cantabria, es inconcebible sin la presencia de establecimientos dedicados al turismo rural. Pero destacar decorativamente dentro de esta disciplina del interiorismo es complicado cuando no se cuenta con la imaginación y el criterio adecuado.
Merecedoras de un premio al buen gusto son las artífices de la ornamentación de la posada Ocho hermanas, un enclave de ensueño localizado en el pueblo de Las Fraguas. Como su propio nombre indica, se trata de un proyecto común nacido en el seno de una familia muy numerosa. Cada una de las hermanas Castillo ha volcado su estilo particular en una determinada estancia, estando la iniciativa cohesionada por un marcado sello femenino.
Según Nuria Castillo, una de las decoradoras de este acogedor rincón cántabro, es precisamente esa mezcla de ideas decorativas lo que le ha dado a la posada el encanto con el que se quedan prendados todos los que la visitan. Romántica, cálida y perfecta para escapar de la rutina y disfrutar de la belleza del Parque Natural Saja Besaya.
Muy lejos de la exclusividad que parecen desprender ciertos alojamientos rurales, ‘Ochohermanas’ se ha sumado a la lucha contra las barreras físicas poniendo a disposición del público una habitación totalmente adaptada para las personas que han visto su movilidad reducida debido al uso de una silla de ruedas. De esta forma, los discapacitados también podrán disfrutar de un entorno sin igual con plena accesibilidad.Nada más llegar a esta casa solariega, la imponente fachada nos pone sobre aviso de la riqueza que nos vamos a encontrar dentro. Un equilibrio idóneo entre la dulzura de los elementos vegetales y el color rosa, junto con la robustez y entereza de la piedra maciza. La finca se ha rehabilitado respetando la estructura original montañesa que combina sabiamente la piedra y la madera.
Tres pilares de madera alzan uno de los múltiples atractivos con los que cuenta esta bucólica posada. Se trata de una galería situada en la fachada oeste que llama la atención por su amplio espacio y las magníficas vistas que proporciona al viajero. El porche que queda bajo esta construcción es la excusa perfecta para establecer una terraza exterior en la que los complementos florales cobran un gran peso estético.
Un gran mural en blanco y negro sobre un fondo amarillo nos da la bienvenida al registrarnos en recepción. La utilización de diferentes fotografías en las que se aprecian paisajes de marcado carácter rural multiplica el sentimiento de desconexión urbana del visitante, al que sostiene un pavimento en el que la roca nos habla de tiempos remotos. El timbre, el teléfono, las lámparas… todo posee un halo vetusto que nos hace sentir cómodos.
Las habitaciones de esta posada parecen emerger de un cuento de hadas: cojines de seda, mosquiteras, angelitos, cabeceros dorados, frescos inspirados en la naturaleza, muebles decapados… Las pinturas con textura y la piedra son los revestimientos favoritos de siete habitaciones dobles que rebosan confort. Todas cuentan con balcones y una salita, además de una historia particular que contar.
La atmósfera que se palpa en los espacios abuhardillados crea el marco idóneo para que la decoración alcance sus logros más significativos. ‘Ochohermanas’ ha acondicionado cuatro suites dotadas de una arquitectura mágica en las que no se ha dejado nada al azar. Hallaremos el romanticismo encarnado en la forja negra, en los doseles, en los espejos de cuerpo entero, en las vigas vistas, etc.
El mobiliario antiguo forma parte también del comedor de este alojamiento rural. Todas las sillas de madera noble poseen un respaldo rico en motivos decorativos, además de estar tapizadas en una tonalidad granate muy acorde con el resto de la estancia. No hay que pasar por alto la nota moderna que aportan las lámparas de techo, así como la exquisitez de las flores y la pureza de la blanca vajilla.
Las frías tardes de invierno encuentran su mejor aliado en el agradable calor producido por una chimenea, tal y como predica el salón de ‘Ochohermanas’. Esta habitación apuesta de nuevo por el contraste entre piedra y pintura, mientras que los sofás, ordenados alrededor de la mesa, abrazan la llegada del forastero y le convencen de que aquí se sentirá como en su propia casa.
Las zonas comunes con las que se completa este lugar pleno de fantasía continúan inclinándose por la distinción y el buen gusto. Dentro de la galería de la fachada oeste se ha amueblado con delicadeza una estancia llena de luminosidad en la que podremos dedicarnos a la lectura, a la charla distendida con los amigos o, simplemente, a observar el extenso jardín de la posada desde su majestuoso ventanal.