En la actualidad sigue basándose en los mismos fundamentos de comodidad, simplicidad y el amor por los objetos artesanos. Hoy, continúa teniendo fieles adeptos ya que se ajusta también a las estancias con elementos modernos. En cuanto a los materiales, sus favoritos son la madera, el hierro forjado y el barro. El rústico es vivido de forma diferente en cada país; así, encontraremos matices diferenciados entre el rústico inglés, el francés o el español.
Concretamente, en lo que respecta a nuestro país, los elementos que permiten reconocer un estilo rústico puramente español son la mezcla de culturas que trajo consigo la invasión árabe en año 711, cultura floreciente que trasmitió a la Península elementos propios y heredados de Egipto y Siria. Alejados de la rectitud europea, el rústico español mira más hacia los elementos beréberes.
Mobiliario y accesorios de ensueño
Si nos hemos decidido por inaugurar un dormitorio que siga las pautas marcadas por este estilo, la primera apuesta es la cama con dosel. Este lecho romántico es la parte más representativa del rústico. Para ser aún más fieles con el tradicional, elegiremos madera de arce y una línea simple que deje ver su lado artesanal.
Las camas empotradas de caoba, pino o roble sin tratar son una buena opción para un dormitorio juvenil, del mismo modo que lo son aquellas que han sido sometidas a un proceso de envejecido natural. También son adecuados los detalles pintados a mano, pero no las lacas. El hierro forjado blanco o negro es otro de los elementos que tendremos en cuenta para la cama: bien en su totalidad, bien destacando en el cabecero de la misma. Dentro del resto del mobiliario tiene que haber sitio para un armario, una cómoda baja y para una mesilla de noche, todos de aspecto tosco.
Conseguir identificarnos con este estilo nada más entrar en la habitación será sencillo si, además de seguir todos estos pasos, incluimos accesorios decorativos que lo apoyen. Lo tenemos fácil recurriendo a enseres de cobre y estaño, piezas de loza, jarros de terracota o chapa gris, pequeñas tinajas, jarras adornadas con flores silvestres y cestos de mimbre para darle ese interior cálido al dormitorio.
Textiles naturales
En el apartado de las tapicerías, nada mejor que los tonos tierra. Los tejidos naturales como la conocida tela de saco serán ideales, del mismo modo que lo es, por ejemplo, el yute. Lo que se busca es que las telas sean resistentes y aguanten el paso del tiempo. Los tejidos vegetales son los más perseguidos dentro de esta corriente, así que no nos negaremos a colocar una pequeña alfombra de rizo o de algas a los pies de la cama.
En cuanto a las cortinas, las opiniones son bastante contradictorias. Algunos decoradores son partidarios de aligerar el ambiente cargado de maderas macizas con la entrada en escena de tejidos livianos que dejen pasar la luz. Por otro lado, los más ortodoxos, apuntan a telas más gruesas estampadas o en ocre liso para no perder el sentido de tosquedad rústica.
Así pues, buscaremos la respuesta en nuestro propio gusto. Si finalmente nos decantamos por telas ligeras y vaporosas que dibujen ondas, el lino y el hilo son dos buenas opciones. Ambas dejan pasar los rayos de sol, si bien el lino es más rígido que el hilo, por lo que su caída es más pesada. Si queremos ir más allá, elementos rústicos por excelencia son las contraventanas de pino.
Revestimientos: el poder del marrón
El rústico en las paredes no exige un color especial. Si bien la gama de tonalidades de esta tendencia es amplia, se impone el uso generalizado de los tostados más cálidos entre los que hallamos los terracotas, los ocres y los marrones. Esta paleta combina armónicamente con el mobiliario de madera pero hay que ser profesionales en la técnica de aplicación: pinceladas gruesas y muchas capas de pintura hasta alcanzar un buen grosor.
Los acabados del techo rústico son variados pero son muy famosas las vigas descubiertas y los remates de madera. El pavimento tiene sus pautas propias según la región. Así, la losa es la reina en Inglaterra mientras que la zona mediterránea, en la que se encuentra Italia o en España, las baldosas de tierra cocida son las preferidas. Por otro lado, la tarima es recurso común en los países escandinavos.