Nativos de Sudáfrica, los Carcarys fueron capaces de mirar más allá de las paredes de color rosa y alfombras de color marrón oscuro que presentaba el interior de esta cabaña de 1940. Tras ver el potencial de la misma, la pareja pasó seis años transformándola. Pintaron los suelos y remodelaron los baños y la cocina, y se le dió a toda la casa un cambio totalmente blanco creando un espacio de ensueño que recuerda a sus raíces. La paleta de base en blanco se mezcla bien con los acentos terrosos, inspirados en la naturaleza.
Escaleras con sus tabicas pintadas con números nos dirigen llevan arriba a la habitación de la pareja. Cada uno es un número diferente que Shona compraba cada vez que iba a una ferretería, acumulando una colección con el tiempo. Sillones franceses vintage añaden un toque de elegancia a la oficina de Shona. Para proporcionar un poco de intimidad de la sala de estar, los propietarios añadieron puertas francesas, que se pintaron del mismo tono de blanco como el resto del interior, creando así una transición suave entre las habitaciones.
El dormitorio de invitados en la primera planta se mantuvo iluminado y ventilado, tanto con los solados como con las paredes, pintados enteramente en blanco. En el dormitorio principal la pareja eliminó un armario para crear la ducha, separada por una pared de vidrio para hacer que el espacio parezca más grande y más abierto.
Maravillosa y ecléctica resulta una vivienda perfecta para una familia que ha conseguido recrear un cottage lleno de belleza y naturalidad. ¿qué os ha parecido?
¡Feliz día a todos!
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