Recuerdo cuando era niña e iba a casa de mis abuelos, había dos estancias que me generaban una curiosidad irresistible, eran el comedor, y el dormitorio principal; el comedor, era aquella estancia que solo se utilizaba en ocasiones especiales en la que nos juntábamos toda la familia.
Ambas estaban casi siempre en penumbra, y yo siempre paraba en la puerta cuando, entre juegos, pasaba por ella y entreabriendo los ojos, intentaba captar un detalle nuevo cada vez. El comedor, un aparador repleto de objetos con historia, un gran espejo presidiendo la pared, jarrones, cristal, porcelana, retratos… Una lampara de araña sobre la mesa, dos mecedoras junto a la ventana, siempre pensé (a mi infantil manera) que aquel salón tenia una elegancia especial. Y el dormitorio, recuerdo que tenia algo parecido a un tocador, con objetos personales encima, una bandejita con pendientes, un reloj, algún perfume… Todo cotidiano, en realidad. Quizás fuese por la penumbra, o quizás por que eran “las estancias vetadas” para jugar, pero yo me escabullía siempre que podía para averiguar todo lo posible sobre ellas.
Esta vivienda, tiene mucho de aquella esencia que recuerdo como si fuera ayer, aun siendo combinada con elementos de diseño actual, posee ciertos rincones que parecen hablar de otras épocas.
Via: Style Files
EL MISTERIO DE LA ELEGANCIA ha sido publicado originalmente en My CMS. Puedes seguirme también en Twitter y Facebook