¡Chan, chan, chaaaaan!
¿Por qué será que nos gusta tanto saber el sexo del bebé? Bueno, de hecho hay gente que no, tengo alguna amiga que no ha querido saber el sexo del bebé hasta el momento del nacimiento, cosa que considero preciosa y que debe de hacer del momento del parto todavía más mágico si cabe. Pero yo no puedo… Más que necesitar, me hace mucha ilusión saberlo, y no porque vaya a cambiar mi manera de educarlo, de tratarlo o de más… si no porque es saber un poquito más de el o de ella. Poder pensar un nombre, llamarl@ como tal. El nombre es la primera cosa que los padres regalamos a nuestros hijos y siempre detrás de ese nombre hay cosas detrás… aunque del nombre ya hablaremos más adelante.
El caso es que nosotros sí que queríamos saber el sexo, lo teníamos claro los dos. Lo que fuera, nos daba igual. Sí que os voy a ser sincera y deciros que en el embarazo de Valentina deseaba mucho mucho que fuera una niña. No me preguntéis por qué, pero me hacia muchísima ilusión. Evidentemente si no lo hubiera sido, lo hubiera querido igual, y es más, estoy segura que de haber sido niño es porque tenía que ser así, y que una vez que lo tienes en brazos no te puedes imaginar que fuera lo contrario. Con este segundo embarazo la cosa estaba más ambigua. Me iba bastante a días… había días que pensaba que repetir sería muy bonito y la relación entre hermanas que se llevan pocos años. Quizás también es lo normal en desear aquello que se ha vivido y experimentado en propia piel. Pero a la vez también habían días que tenía clarísimo que era un niño, por el simple hecho (y nada demostrado científicamente) que me encontraba fatal; y como con V no fue así pensé que era porque era un niño. Una más que añadir a la lista de barriga redonda, salida, estar con el guapo subido, inflada, tener ardores, etc. ¡la de historias que tenemos!
Y así, en estos pensamientos, llegamos al cuarto mes en que la ginecóloga nos confirmó 100% que nuestro segundo bebé iba a ser…
¡UNA NIÑA!
Desde aquel momento ya no me pude imaginar nada más. Ahora no puedo evitar imaginarme a un bebé que se parece a Valentina, cosa que con el primer embarazo nunca me sucedió. Recuerdo el momento del parto que mi gine me dijo que era rubia y me quedé sorprendida, pero no porque lo fuera, si no porque no me lo había planteado en ningún momento. Ahora supongo que la experiencia hace inevitable que te remitas a lo vivido. Aunque el amore está seguro de que ahora saldrá morena y con ojos verdes
Sea como sea, la queremos por su individualidad y ser. Me surgen tantas cosas con esta bebé… ¿cómo seré como bi madre? ¿Cómo se lo tomará Valentina? ¿Volveré a sentir el miedo del posparto? ¿Volveré a tener problemas de lactancia? Esta claro que en este segundo embarazo estoy mucho menos idealista, toco más con los pies en el suelo y voy preparándome para lo que creo que puede ser más duro, aunque como siempre, la maternidad te sorprende y te sale por dónde menos lo esperas.
Ya os iré contando, de momento, nos hacía mucha ilusión compartir con vosotros también que se unirá una más a la familia, y aunque nosotros nunca hemos sido de roles, ni colores, ni nada, sí que es verdad que nos hacía muchísima ilusión conocer un poquito más a la nueva miembro de la familia.
¡Estamos disfrutando mucho de la espera y deseando tenerte en brazos pequeña!