Las humedades tienen unas características físicas que nos permiten identificarlas para poner remedio a sus causas y evitar sus efectos.
Aplicado a las viviendas, existen básicamente 3 tipos de humedades:
Condensación
Filtración
Capilaridad
Filtraciones
Este tipo de humedades suelen producirse por el paso del agua procedente del exterior al interior del edificio. Las entradas de agua pueden ser a través de las paredes o del techo.
Las causas suelen ser producidas por filtraciones de agua procedentes de la lluvia o del riego.
Ambas causas tienen una particularidad común, y es que siempre son intermitentes.
Esta intermitencia hace que las paredes o techos afectados estén sometidos a ciclos con varias fases: primero se empapa, a continuación se seca parcial o totalmente y luego continúa con nuevas fases de filtraciones y de nuevo secado parcial o total.
Condensaciones
La condensación se produce por la formación de pequeñas gotas de agua que proceden de la humedad relativa del aire existente en el interior de un espacio cuando alcanzan el punto de rocío.
Este tipo de humedades son más intensas cuanto mayor sea la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior.
El vapor de agua se condensa siempre sobre las superficies más frías por lo que suele aparecer en paredes, techos y ventanas que carecen de aislamiento térmico.
También se localizan en elementos de la estructura de los edificios que están en contacto con el exterior, produciendo humedades en paredes, ventanas y techos.
Las humedades por condensación se manifiestan mediante una mancha situada en la zona donde se produce esta diferencia de temperatura y se va poblando de pequeñas manchas más oscuras derivadas del desarrollo de colonias de moho que se extienden sobre la superficie afectada.
Capilaridad
Las humedades por capilaridad son las procedentes del subsuelo que ascienden por los muros y tabiques de la planta inferior del edificio.
Si en el terreno sobre el que se construye el edificio existe una gran concentración de agua los materiales de construcción terminan por absorberla de modo similar a lo que sucede cuando sumergimos parte de un terrón de azúcar en nuestra taza de café.
Este tipo de humedades se localizan en la planta más baja del edificio como sótanos, bajos, garajes, bodegas o cualquier otro espacio en contacto con el terreno, presentando una mancha ascendente que no suele superar los 1,5 m.
Las humedades de capilaridad presentan la mayor dificultad para su eliminación pues afectan a la estructura del edificio y no son tan accesibles como los otros tipos de humedades.
Ante la presencia de cualquiera de estos tipos de humedades en edificios se recomienda siempre recurrir a una empresa experta.
El diagnóstico inicial por parte de un especialista es lo que proporciona la base para conocer el tipo de humedad y aplicar el tratamiento adecuado; de otro modo, con un diagnóstico erróneo, lo único que vamos a conseguir es parchear el problema y en ocasiones incluso agravarlo si el tratamiento no es el adecuado, con la consiguiente pérdida de tiempo y dinero.
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