Yo siempre he sido una persona muy planificadora y anticipativa, pero con la llegada de mis hijos mis facultades organizativas se pusieron a prueba.
Especialmente lo noté en el momento en el que tuve que volver a trabajar, (en ese momento aun mantenía mi trabajo de 8 a 15), y ya no tenía tanto tiempo ni para preparar la ropa que me iba a poner.
Tenerlo todo listo y a punto cada mañana se convirtió en un reto, algo que directamente no podía asumir emocionalmente.
Necesitaba recuperar la tranquilidad que me daba el saber qué me iba a poner cada mañana, sin tener que dedicarle más tiempo del necesario, sin tener que cambiarme de ropa varias veces, y sin tener que estar permanentemente ordenándolo todo.
Probé varios sistemas; preparar el domingo la ropa de toda la semana, al principio parecía la solución, pero al cabo de dos semanas empezaron los inconvenientes, el domingo había pensado lo que me pondría el jueves sin saber con certeza que tiempo iba a hacer, de repente llovía y tenía que modificar mi elección, como consecuencia perdía mucho tiempo.
Si no tenía toda la ropa lavada y planchada el domingo, tenía que seguir prestándole atención a la ropa a lo largo de la semana para que estuviese lista el día que me tocaba
En definitiva seguía supeditada a pensar de más en lo que me iba a poner.
Entonces leí el libro de Marie Kondo, y apliqué su método.
Me deshice de muchísima ropa, mi armario se quedó muy despejado, mucho más fácil de gestionar, sin embargo, el tener menos ropa no resolvía del todo mi problema.
No valía sólo tener ropa que me hacía feliz, necesitaba algo más
Y sobre todo porque casi toda la ropa que tenía me hacía feliz!
Y eso fue la CÁPSULA DE ROPA.
Limitar el numero de prendas,
condensar en una sola tarde las decisiones de 3 meses
elegir la ropa que más se adaptaba a mi situación en cada momento de la vida………
Fue la solución.
A partir de ahí todo cambió, ya no me preocupaba la noche anterior de qué me iba a poner por la mañana, no perdía tiempo delante del armario frustrándome porque no encontraba la camisa que me combinaba con ese pantalón, y sobre todo gané tiempo.
Toda mi rutina de la ropa se vio afectada, ya no necesitaba lavar cada día para poder tener la ropa preparada el domingo, pude establecer unos ciclos de lavado más acordes y con menos carga de trabajo.
Esto me permitió dedicar tiempo a otras cosas, organizar el horario de la familia de otra manera. Tampoco tenía que estar ordenando el armario constantemente, al reducir la cantidad de ropa.
En definitiva ME CAMBIÓ LA VIDA.
Desde entonces cada 3 meses hago mi cápsula de ropa, desarrollé mi propio método, con una plantilla que utilizo cada vez que hago el cambio, y además lo hago en menos de dos horas, quien puede decir que hace al año 4 cambios de armario en menos de dos horas sin sufrir un colapso?! Yo si!
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