La idea de vivir en el desierto ya le rondaba la cabeza, aunque su búsqueda estaba siendo infructuosa. Aquella búsqueda terminó cuando una amiga de la familia, que viajaba por una zona montañosa al norte de Joshua Tree se perdió, terminando en un callejón sin salida y et voilà, allí encontró una preciosa finca de los años 50 con dos grandes puertas amarillas que llamaron su atención. Cuando la amiga de Denise comenzó a enviarle fotos, estaba convencida de que había acertado y así fue.
La casa fue remodelada por completo, excepto las puertas amarillas que lucen en la entrada principal y que son las protagonistas indiscutibles de esta vivienda. La reforma fue austera, se inspiró en el entorno desértico que la rodea y añadió toques de estilo español y marroquí. Las paredes enyesadas y el suelo fueron pintados en un tono blanco roto, dejando las antiguas vigas de madera para contrastar.
A pesar del minimalismo existente, la casa está llena de puntos de interés. La propietaria colecciona piezas de arte y bonitas esculturas contemporáneas, es amante del mobiliario danés y, a todo ello, se le suma una cuidada mezcla de textiles vintage y multitud de texturas, como alfombras marroquíes, cestas de fibras convertidas en lámparas, cuero, cerámica y otros de elementos naturales.
Nada más entrar encontramos un porche cuyos antiguos ventanales han sido sustituidos por redes (tipo mosquiteras), de esta forma se da continuidad entre exterior e interior, pero protegiendo el porche de un clima tan extremo como es el del desierto. Este porche, se ha decorado con algunas piezas antiguas como la mesa italiana de travertino de los años 80 o la tumbona de madera japonesa.
Además de las maravillosas puertas amarillas, en el salón se puede ver otra de mis piezas favoritas de la casa, un cuadro abstracto de la artista californiana Sara Marlowe Hall. El resto de la estancia es sencilla, un sofá y una butaca, enfrentados a una chimenea exenta, son más que suficientes para hacer de este espacio un lugar acogedor. Tan siquiera encontramos televisor, los libros y el tocadiscos son la fuente de distracción. Los textiles como las alfombras, los grandes cojines distribuidos por el suelo y los pequeños elementos decorativos, hacen el resto.
La cocina está comunicada con el salón a través de un gran arco que proporciona continuidad y sensación de conjunto. En lugar de estanterías y con el fin de no abigarrar los espacios, se han instalado hornacinas o vanos que sirven como apoyo a los objetos decorativos.
Los dormitorios están equipados con camas bajas, hechas a mano de inspiración japonesa y con ropa de cama procedente de Francia.
Ya en el exterior, encontramos varias zonas diferenciadas. Un porche con espacio de comedor y un par de tumbonas para relajarse, una gran extensión elevada donde se ha instalado un jacuzzi (con tapas movibles para cubrirlo en las épocas que no se usa), una pérgola, bajo la que se encuentra una bonita bañera de piedra exenta y, por último, un rincón con ducha en el jardín.
Si os ha gustado esta casa, que sepáis que se alquila por temporadas. Ya sé que ni nos pilla cerca y tampoco es barata, pero si alguien se plantea un viaje por esa zona de California, que sepa que tiene da opción de disfrutar de ella. Sólo tenéis que pinchar aquí.
Fotografía: Anaïs Wade para Domino
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