Hace tiempo que tenía esta cajonera a la espera de realizar algo con ella.
Fue poco después de mudarme a mi vivienda actual, hace seis años, cuando
pregunté en una mercería de mi nuevo barrio si me venderían alguna de las
cajoneras de madera para bobinas de hilos de Fabra y Coats que tenían.
Seguro que habréis visto muchas de ellas en las antiguas mercerías.
Siempre me han encantado y me han parecido muy útiles para guardar y
organizar piezas pequeñas.
La señora de la mercería me dijo que todas las que tenían les resultaban útiles y
no se podían deshacer de ellas, pero que en el trastero guardaban una algo
distinta, que no utilizaban y me podían regalar.
Cuando la vi pensé que la suerte estaba de mi lado: enseguida visualicé un
mueblecito de inspiración mediados de siglo XX en cuanto le pusiera
unas patas inclinadas.
La combinación de madera anaranjada con cantos en negro, la forma inclinada
de los tableros laterales y los tiradores plateados son elementos característicos
de los diseños mid century.
La cajonera es de mediados del siglo pasado por aspecto y conservación:
la estructura se mantenía perfecta pero la superficie presentaba arañazos,
restos de pintura blanca, pegatinas con el nombre de los objetos que fue
conteniendo y zonas decoloradas de otras pegatinas que fueron retiradas.
Encontrar cuatro patas inclinadas me resultó más difícil y finalmente este verano
decidí probar a utilizar las patas de un taburete Frosta de Ikea que tenía por
casa.
Tras eliminar las pegatinas, dar una buena lijada a la superficie, retirar/limpiar
los tiradores y repasar tornillos y clavos para dejar la estructura perfectamente
reforzada, di varias manos de barniz brillante en tono pino tea por ser el más
anaranjado y potenciar de ese modo el aspecto de la superficie de los muebles
de aquella época.
Por otro lado desmonté el taburete y pinté las patas con pintura negra
brillante que también utilicé para repasar el canto negro de la cajonera.
Una vez seca la pintura, anclé las patas bajo la cajonera dejando que las
delanteras sobresalieran un poco.
El resultado ya lo veis: una mesita auxiliar, pequeña consola o mesilla de noche
con un estilo mediados de siglo no muy ortodoxo pero creo que original y que a
mí me encanta.
Aún no sé cuál será su destino definitivo. De momento monté una pequeña
viñeta con el puff y la alfombra que traje de Marruecos, un nuevo macetero
de zinc para la platanera que quiero comprar y el violonchelo de Javier qué da
réplica al mueble con su madera anaranjada y negra.
Durante la restauración eliminé las tablillas que tenían interiormente los cajones
para compartimentar el espacio ya que, al tratarse de una mesita, me resultará
más útil sin ellos.
El reloj de Amor por la decoración y la jarra vintage de cristal ambar que
encontré en el Rastro Retro pedían a gritos estar encima de la nueva mesita.
El vaso de cristal lo compré este verano en Zara Home pensando en la jarra y
la cartera de piel de potro, también estampada en animal print, es una pieza de
un artesano marroquinero que me acompaña desde mediados de los ochenta y
a la que tengo especial cariño porque durante un tiempo se la presté a alguien
muy querido que ya no está entre nosotros.
Tenía ganas de participar nuevamente en los Findes Frugales de Marcela
Cavaglieri y lo hago hoy con esta pieza.
Me encantaría saber vuestra opinión sobre la mesita.
¿Os gusta esta tendencia que recupera los diseños de mediados del
siglo pasado?