Damos por finalizadas las Navidades y volvemos a la rutina, a la vida normal.
Hemos entrado en un nuevo año y seguro que todos hemos pensado
de una manera u otra en poner en práctica nuevos propósitos.
Los míos no conforman una lista, más bien son unas pinceladas para
mejorar y avanzar.
Sumando todo lo positivo, aquello que me hace mejor persona.
Añadiendo lo necesario, completando lo que realmente importa,
generando bienestar y buenas vibraciones.
Restando lo innecesario, lo negativo, aquello que saca lo peor de mí.
Porque la experiencia del año pasado y todos los anteriores me ha
ido demostrado que sólo rodeándonos de armonía conseguiremos
ser felices y hacer felices a quienes son merecedores.
Muchas veces la bondad mal entendida agota nuestra energía,
nos tiraniza innecesariamente y acabamos haciéndonos daño y
haciendo daño a quienes queremos.
Nos cuesta ser egoístas porque el propio término parece ofensivo y
no nos damos cuenta que no podremos dar lo mejor de nosotros
si nos negamos lo mejor a nosotros mismos.
Así pues, propongámonos conseguir esa armonía que nos
reporte bienestar y felicidad.
¡Feliz lunes/miércoles!