Cuando me mudé a esta casa hace dos meses metí todo en cajas y simplemente lo traje hasta aquí. No hice nada más. No seleccioné, no descarté. Es más, ¡todavía me faltan cosas por traerme! Y como podéis imaginar, tampoco es que haya terminado de colocar todo en su sitio. Pusimos las estanterías y simplemente fuimos dejando cosas sobre ellas, mis lanas se amontonan en el Råskog… un desastre. En cierto modo, hacerlo así fue una decisión consciente. Sabía que si me ponía a hacer limpieza y a seleccionar antes de la mudanza, no acabaría nunca. Sabía también que cuando tuviera las cosas aquí todo sería un poco caótico durante un tiempo, pero que en realidad era mucho mejor para decidir con qué me quedaba y con qué no, viéndolo todo en su nuevo espacio.
Y el momento de hacer esa limpieza y de encontrar un lugar para cada cosa ha llegado.
Mi método
En principio pensé en volver a hacer el método KonMari, pero luego me di cuenta de que en este caso no iba a ser efectivo. Las cosas no están en su sitio final, y por ahora resulta complicado poder localizar todos los objetos de la misma categoría en una sola vez. Pero sí que aplicaré algunos de los principios del método como no quedarme con cosas que realmente no me encanten, no quedarme con nada que no use, etc. Estoy yendo desde la habitación más alejada de la puerta hacia fuera. Aunque en realidad también podría decir que estoy yendo de la habitación más pequeña de la casa a la más grande :)La finalidad de esto es tener solo lo que de verdad necesito/uso/quiero y tenerlo en el lugar donde más me guste, organizado. Lo que menos hago es ordenar, y lo que más, deshacerme de cosas. Estoy dedicando más tiempo a lo segundo, y una vez que me aseguro de haber hecho una buena limpieza de objetos, entonces ya sí, les busco su sitio definitivo.
Gracias a este proceso he aprendido la que a partir de ahora consideraré mi segunda verdad universal en cuanto a orden y minimalismo: organizar no es la solución. La solución es tener menos. Mucho menos. He comprobado que de todo lo que tenemos, usamos solo un pequeño porcentaje. Y nos dejamos engañar por el “algún día usaré esto” o “puede que lo necesite en algún momento”. Es una de las razones por las que voy despacio con esto, porque tengo que aprender qué cosas son de verdad esenciales para mí, y cuales, aunque a mi pesar, no lo son. Me encantaría hacer mil cosas, pero sé que no tiene sentido almacenar algo si no voy a poder usarlo durante este año, por ejemplo. Los días tienen 24 horas y no podemos hacer mil actividades diferentes, al menos si queremos terminar alguna o ser buenos en ella. Si te dedicas a organizar constantemente todo lo que tienes sin plantearte nada más, lo único que haces es mover cosas de un sitio a otro.
Acabo de llegar al salón tras pasar por el baño y el dormitorio (deshacerme de ropa es algo que dejo para el final, porque sé que me llevará más tiempo y porque mi armario ya estaba organizado. A esto le dedicaré un post aparte), ¡y ahora viene lo más difícil! En esta habitación es donde están casi todas las cosas y donde más selección hay que hacer. Me he ido centrando en zonas concretas y por ahora estoy muy contenta. Estoy también organizando mi stash de lanas y dentro de poco haré un mini reto de organización para las tejedoras donde condensaré todo lo aprendido durante estas semanas ;)
Lo que espero conseguir
Además de colocar todo en su lugar correspondiente, mi máxima con esto es deshacerme de muchas cosas. Me anima saber que si durante semanas he estado con cosas dentro de cajas y no las he necesitado, es porque puedo dejarlas marchar definitivamente. Es también un ejercicio para aprender a dejar ir, que no es fácil. Soy de las que se aferra a objetos, porque antes me gustaban o iban bien con mi yo de hace unos años, pero si lo pienso, ya no me identifico con ellos. Si no provocan una reacción en mí cuando los miro, ¿qué sentido tienen? Si no se usan con frecuencia, ¿para qué conservarlos?
Al quedarme con muchas menos cosas, limpiar y ordenar será también visto y no visto. Quiero poder limpiar toda la casa en una hora. Si todo está siempre en su lugar, porque cada cosa tiene un sitio asignado, el desorden es prácticamente inexistente. Poder tener más tiempo para hacer otras cosas es algo que todos queremos, por mucho que haya a quién le encante limpiar y ordenar (yo misma).
Y mi meta más importante con este proceso, lo que me empuja a hacerlo bien y de forma eficiente, es tener más espacio para vivir. Sí, así como suena. Espacios para disfrutar, para crear experiencias y para desarrollar las aficiones que nos gustan. Para mí eso es lo que significa crear un hogar.
El después
A nuestra casa aún le faltan unas cuantas cosas para estar “terminada”. Cuando haya acabado con este proceso de deshacerme de cosas y poner todo en su lugar, estoy segura de que aún será más evidente el espacio libre que quede. Pero no tengo prisa por llenarlo. Quiero disfrutar de ese espacio vacío y poder decidir tranquilamente con qué ocuparlo, en el caso de que quiera hacerlo. Es decir, no tengo prisa por colgar cuadros en las paredes, ni por comprar esos cojines que hacen falta. Confío en que cuando aparezcan las cosas adecuadas (y que necesite o quiera de verdad) lo sabré. Tengo una lista de cada espacio y lo que busco para él, para que no se me olvide, pero eso es todo. Falta mucho tiempo para ponerme con ella todavía. Al principio creí que estaría bien llevar ambos aspectos a la vez, el de la limpieza y el de las cosas nuevas, pero rápidamente lo descarté. Hay que empezar por abajo.
Eso es todo por ahora. Cuando no estoy trabajando o tejiendo, estoy inmersa en esto, jajaja. Y soy tan friki de la organización que hasta me he creado un documento donde apunto los días en los que he estado haciendo limpieza y qué cosas o partes de la casa he hecho. No sé, quizá cuando termine os pueda contar más sobre la experiencia, y esos datos sirvan para algo. Al menos sabremos cuánto he tardado en hacerlo :P