El viernes pasado, Javier volvió de Inglaterra, pasamos juntos
el fin de semana y el lunes volvió a irse, esta vez a disfrutar del
fresquito, la buena comida y el maravilloso entorno de Cantabria.
Un fin de semana para compartir confidencias entre lavadora
y lavadora, más él que yo puesto que venía con muchas
cosas que contar.
Sorprendentemente llegó moreno, tan sólo llovió un día y
prácticamente iban a la playa cada tarde.
También vino más delgado porque la comida de allí no era muy
apetecible, me dijo.
Para el desayuno del sábado preparé tortitas con nata y chocolate.
¡Le encantan!
Como bienvenida las presenté de manera especial, con
un banderín sobre la torre de pancakes calientes.
Y mientras se desperezaba decidí hacer unas fotografías.
El calor veraniego y la tortita caliente deshicieron la nata en
apenas un minuto pero como a mí me gustan empapaditas,
esa tortita la reservé para mí.
Estuvo enseñándome infinidad de fotos que traía en el móvil
y me dejó que eligiera alguna para compartirlas en el blog.
Me decidí por estas dos porque las había editado con Instagram
y tienen un toque vintage que me encanta.
Y, por supuesto, traía recuerdos para todos, sobre todo imanes.
Conoce mis gustos, sabe que huyo de los souvenirs típicos que
llevan escrito el lugar de donde proceden.
A él, sin embargo, le encantan y tiene un panel lleno de imanes
que ya os mostraré en otra ocasión
Como le gusta chicharme, me dijo que me había traído algo
alusivo a los Juegos Olímpicos del pasado año y casi me da un
síncope pensar que iba a tener otro trasto por casa escondido
en algún rincón.
Pero no, ya os he dicho que me conoce bien y cuál sería mi sorpresa
cuando descubrí mi regalo.
Una lámina enmarcada de uno de los carteles de los juegos,
exactamente el que hizo Martin Creed.
Mirando luego en la red constaté que Javier hizo la mejor elección:
el poster de Creed es el más sencillo, el menos alusivo al evento
y, aunque imagino que representa un podium, parece una tarta
o simplemente una combinación pantone.
Ideal, ¿no os parece?