El interiorismo lleva la firma del estudio de arquitectura Gallego Arrokabe, que han sabido sacar partido de un espacio que presentaba imnumerables condicionantes arquitectónicos.
El programa de necesidades es bastante reducido, se compone de zona de comedor, cocina, bodega, servicios y zona de recepción.
La cocina es, sin duda alguna, la gran protagonista. Ocupa gran parte del restaurante y se abre completamente a uno de los salones, estableciendo así, una comunicación directa entre cocinero y cliente. Uno se siente, verdaderamente, como si estuviera comiendo en su propia casa.
En la zona del comedor, compuesto por dos salones separados, lo que me ha llamado mucha la atención fue el tratamiento diferenciado del falso techo y el revestimiento perimetral interior del cerramiento de la fachada. Para el techo, los arquitectos han utilizado unas finas laminas de madera sujetas a una estructura metálica, mientras que el cerramiento interior se trata de un trasdosado formado por tablones de madera de pino sin cepillar que, en los huecos, se transforma en contraventanas correderas.
De esta forma, además de reforzar la continuidad espacial del comedor, se contribuye a mejorar notablemente el acondicionamiento acústico y térmico y se elimina una referencia tan directa a la rígida composición exterior de huecos. Las múltiples variables de las contraventanas permiten controlar las vistas hacía al exterior, así como la entrada de iluminación natural produciendo un efecto de luz y sombras muy agradable.
En la zona de la entrada, se ubica un pequeño vestíbulo delimitado por una barra de servicio, un mueble de apoyo y los aseos. Se origina así, un tamiz entre la recepción y el resto del local.
La madera aparece por todos lados, en el revestimiento del suelo, paredes, ventanas y mobiliario. En algunos puntos del restaurante, se combina este material con grises y verdes grisáceos, que unidos a la iluminación natural tamizada por las contraventanas y las luminarias suspendidas orientadas sobre las mesas, crean una atmósfera relajante y agradable.
En cualquier restaurante, sobre todo en los que ofrecen una cocina de autor, no hay que olvidar que los protagonistas siempre son los platos, la arquitectura se queda en un segundo plano, como un envoltorio que no compite, simplemente potencia y pone de manifiesto los extravagantes sabores de la cocina.
Referencia fotográfica: Bernardo Diéguez, Fuco Reyes, restaurante Pedro Roca, Arrokabe, Veredes