El año pasado -como ya os conté hace tiempo- mi marido se rompió la tibia y el peroné, así que sin más remedio, después de unos días de hospitalización, al volver a casa tuve que salir corriendo a comprar un sillón elevador, porque o era eso o tener que estar el pobre todo el post-operatorio en la cama y no era cuestión y menos teniendo niños.
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Así que nada más volver del hospital, lo primero que hice ese día fue adquirir un sillón relax y en casa lo tenemos ya hace un año. Pues bien, mi opinión no puede ser mejor y si le preguntáis a mis hijos os hablarán aún mejor de este sillón reclinable porque se han pensado que es un juguete y se pelean por sentarse en él. Les hace gracia el tema de darle a un mando y que el sofá se recline.
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Para todos los que os preguntéis las ventajas o desventajas de tener un sillón de masaje de este tipo en casa, os cuento un poco cómo funciona. En principio como podéis ver por las imágenes que os he dejado, por temas de decoración va bien con casi cualquier estilo puesto que cuentan con diseños contemporáneos y los podemos encontrar en el mercado en los colores más actuales.
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Lo bueno que tienen es que al llevar un mando se pueden reclinar y levantar sin tener que hacer ningún esfuerzo físico. Están pensados para ayudar a incorporarse a las personas con problemas de movilidad, y para los que, en principio, no tenemos ningún problema físico, pues son perfectos para echar una cabezadita, rendir un homenaje a la tradición nacional de la siesta o simplemente para leer un libro y conseguir un momento de relax sin comparación.
La mayoría de estos sillones, además cuentan con función de masaje y calor (ideal en invierno), cosa que se agradece a la hora de conseguir ese estado de calma tan deseado.
Y tú ¿qúe piensas de estos sillones? ¿Tienes uno en casa?
Fuente: este post proviene de Hogar Diez, donde puedes consultar el contenido original.
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