Los electrodomésticos se han convertido en un aliado indispensable en el hogar. Imaginemos por un momento que no tenemos nevera, o que se nos ha estropeado en pleno mes de agosto, ¿qué haríamos para conservar los alimentos frescos, como la carne o el pescado?, ¿y los productos lácteos?… por no hablar de las bebidas. Para salir del paso, tendríamos que ir al supermercado varias veces al día o bien tirar de comida preparada y conservas.
¿Y si se nos estropea la lavadora? El problema podría ser también mayúsculo. No hay más que ver cómo sufrían nuestras madres o abuelas lavando a mano. Aunque las lavanderías y centros de lavado automatizado pueden sacarnos del apuro, la mayoría de personas prefiere la comodidad de poder lavar en casa sin necesidad de desplazamientos.
Lavadoras-secadoras: mucho más que una cuestión de espacio
Hoy por hoy, la nevera y la lavadora son dos piezas que nunca faltan en los hogares. Pero existe otro electrodoméstico muy útil al que frecuentemente renunciamos por cuestiones de espacio: la secadora. Pero si queremos disponer de ropa seca de forma rápida y no disponemos de un lugar apropiado para emplazar este electrodoméstico, lo más aconsejable es optar por las lavadoras-secadoras.
Las lavadoras-secadoras incorporan en un mismo aparato las funciones de lavado y secado, de manera que aplicando un programa combinado tendremos la ropa limpia y seca en poco tiempo. Existen diversos argumentos en contra de estos electrodomésticos pero, como vamos a poder comprobar, las ventajas acaban siendo mayores que los inconvenientes:
Las lavadoras-secadoras ocupan el mismo espacio que una lavadora, pero incorporan la opción de secado. Esto resulta muy útil en pisos reducidos, en los que ni siquiera existe la posibilidad de colocar un electrodomésticos encima del otro.
Con esta opción combinada, no es necesario cambiar la ropa de bombo de lavadora a secadora.
Incorporan programas para todas las necesidades. Podemos simplemente lavar, secar, o bien aplicar un programa que realice una función detrás de la otra.
Tienen un precio más elevado que una lavadora normal, pero siempre resultan más económicas que comprar los dos electrodomésticos por separado. Puedes encontrar modelos de lavadora-secadora desde 350 .
Consumen más que las lavadoras convencionales, pero el gasto eléctrico es menor que utilizando lavadora y secadora de forma independiente.
Son muy útiles cuando las condiciones meteorológicas impiden un secado de la ropa “natural”.
Con una lavadora-secadora se elimina el peligro de que la ropa adquiera olor a humedad. Ese es un problema que suele presentarse cuando dejamos una lavadora funcionando y nos demoramos en la recogida de la ropa.
La capacidad de una lavadora-secadora suele ser algo menor que la de una lavadora convencional, porque precisa de espacio para que la ropa se airee y seque convenientemente. Pero eso no debe convertirse en un handicap. Tan solo en necesario planificar los lavados y no esperar a que el cesto de la ropa sucia esté lleno a rebosar.
Son muy útiles para personas que generan mucha ropa sucia o bien precisan disponer con celeridad de prendas de recambio (familias con niños, deportistas, ropa profesional, etc.). Además, el programa de secado facilita las labores de plancha.
Otra ventaja es la limpieza de filtros. Con una lavadora-secadora la operación solo se hará en una máquina, no en dos.
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