Una de las mejores cosas que tiene barcelonear es perderse por el barrio del Born. A pesar de los turistas, que personalmente me llegan a agobiar, me gusta todo: su arquitectura, sus calles peatonales, su ambiente bohemio, sus museos (visitar el Picasso bien merece hacer la enorme cola), sus tiendas (las mejores están aquí) y por supuesto, sus restaurantes. Hoy recomiendo dos lugares donde arquitectura, decoración y gastronomía componen un cocktail perfecto.
El primero es el Mercat Princesa, uno de mis rincones favoritos para tapear. Hay 16 puestos de degustación repartidos por el recinto, un antiguo palacete del siglo XIV, con paredes de piedra y arcos medievales. Sólo por admirar su arquitectura, ya merece la pena visitarlo, aunque es difícil resistirse a probar las delicatessen que se ofrecen. Desde huevos preparados de distintas maneras, a embutidos, sushi, quesos, ahumados, incluso ostras. Todo a prueba de los paladares más exigentes. De la misma forma, también se pueden degustar bebidas de todo tipo. En mi caso, siempre voy a por los vinos.
Después de hacer un aperitivo, se puede comer en el encantador Café Kafka. Al más puro estilo bistro parisino, su ecléctica decoración, con un marcado acento vintage, te atrapa desde el momento en que atraviesas su puerta. Su fuerte es la iluminación (la colección de lámparas te deja con la boca abierta). Las sillas tapizadas en amarillo mostaza y azul grisáceo me recordaron inevitablemente a un restaurante francés, a las afueras de París, llamado Le 107 y del que ya hice una reseña en el blog. Además, la fórmula de menú de mediodía es más que correcta.
Imágenes: ToC ToC Vintage!
Y ya que estamos, recomiendo conocer el recuperado Mercat del Born y su espectacular yacimiento arqueológico. Y siguiendo con las visitas culturales, justo al lado del Café Kafka está la Cyan Gallery con exposiciones siempre interesantes que vale la pena conocer.