Y admirando la casa que os traigo hoy, he recordado lo que me costó elegir una gama de colores para la mía propia, al menos para el "salón-comedor-cocina-zona de la vida", que fue por donde comencé.
¡Cuántas vueltas le di a la carta de colores! Cuando la devoví a la ferretería, creo que la tuvieron que cambiar de lo gastada que estaba...
¿Por qué elegir unos pocos colores, cuando puedes tenerlos todos?
Pues ésto mismo debieron de pensar los dueños de este apartamento multicolor en Colonia, Alemania.
Querían una casa viva, que se pudiera tocar, palpar, sin miedo a estropear nada, porque las cosas están para usarlas y vivirlas. Con niños en casa, es la mejor de las filosofías.
Sin demasiada atención a los acabados perfectos, porque la perfección es imperfecta y la imperfección es humana y adorable, pero con un gran sentido de la estética, amor por los colores y ganas de estar a gusto, contentos, alegres y en paz en casa.
Las claves de casi toda la casa se basan en: fondos blancos, un buen suelo de parquet, textiles multicolores, piezas únicas e irrepetibles de mobiliario, que se vuelven protagonistas y cambios inesperados de color y materiales.
Adoro estas librerías. Dicen mucho de la gente que vive en esta casa. Resultan muy prácticas, porque ofrecen un gran espacio de almacenamiento, que la mayoría desaprovechamos en casa.
Atención a la lámpara realizada con una falda de tul, al gran espacio para moverse, ¿por qué atiborrarlo de cosas?, a los techos altos, a la otra lámpara de araña en el techo, al sencillo cuadro...
Y junto a la lámpara nos encontramos un rinconcito Shabby Chic de los secretos, un espacio de té, un lugar para saborear la lectura o simplemente mirar a través de la ventana y dejar volar los pensamientos.
Un apartado decorado con muebles rescatados y delimitado por unas festivas cortinas.
De esta habitación infantil, destacar que las puertas del armario son paneles tapizados en tela. francamente, es una idea brillante, teniendo en cuenta que los niños crecerán y demandarán decorar su espacio propio. Un simple cambio de telas por cada etapa y ¡listo!
Atención a la, absolutamente adorable, cocina. Sí, en amarillo, sin miedo a nada, con amor al color del astro sol y esos cajoncitos que me vuelven loca. ¡Qué preciosidad!
¿Os habéis fijado en las sillas?
En el otro extremo de esta cocina, nos espera una pared de mosaicos marroquíes hasta el techo, delimitando claramente la zona de trabajo.
Los marcos de las ventanas en amarillo-vida, inundando las retinas de cuanta felicidad puedan inspirar.
Un baño sin mucho ornamento, presidido por una gran bañera de obra, centro del espacio y paredes en verde-paz.
Un dormitorio principal sin pretensiones, pero con una cama, también de obra, con dosel y nada típica, que ha sido decorada con baldosas portuguesas.
Y terminamos con un balcón donde yo me pelearía por estar. Cosas como ésta, me confirman que no hacen falta metros y metros para hacer cosas especiales, diferentes y admirables.
La de balcones que veo abandonados, cuya única utilidad es la de almacenar objetos que no se suelen utilizar con frecuencia.
Porque sí, soy de las que mira a los cielos y a los lados; a las luces encendidas y a las puertas abiertas, adivinando qué habrá dentro, quién vivirá ahí, cúal es su historia...
Una manta, un libro, portátil o tablet y... la vida es bella y sencilla.
Como os decía al principio, ésta es una casa sin miedo a los colores, sin miedo al "no me pega", sin miedo a no tener un estilo marcado. Una casa que sólo tiene por objeto hacer la vida fácil y agradable, que crece y evoluciona con sus dueños.
¿Eres de estilos marcados?
¿Miedo al desenfreno de colores, a los acabados no acabados y al "esto no me pega"?
¿Te ha gustado esta casa?
Un abrazo,
Imágenes: House to Home
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