El ventilador de techo y el aire acondicionado son dos de los principales sistemas para combatir el calor en la vivienda y presentan grandes diferencias entre sí. Te contamos cuáles son para que puedas hacer la mejor elección y conocerlos más.
Con las olas de calor que estamos viviendo en los últimos años, es prácticamente imposible no contar en nuestra vivienda con un sistema de refrigeración si queremos sobrevivir a ellas. Las altas temperaturas nos afectan enormemente, dificultan nuestra calidad de sueño y también interfieren en nuestro estado de ánimo. En gran parte de los hogares españoles se ha optado por instalar un sistema de aire acondicionado. Es un método que alivia la temperatura de manera rápida, es cómodo y fácil de manejar. Sin embargo, en los últimos tiempos los ventiladores de techo se han convertido en otra alternativa para mitigar el calor. Un sistema más económico, eficiente y con un punto decorativo.En Vivienda Saludable hemos optado por hacer una comparativa de ambos métodos, para ofrecer la información más completa y resolver dudas para quien se esté planteando apostar por uno de ellos:
* En términos de eficacia: ni los ventiladores de techo, ni los de ningún otro tipo, tienen el poder del aire acondicionado, capaz de enfriar el ambiente en pocos minutos (y a gusto del consumidor). Pero ¡ojo! el trabajo de la humilde hélice puede llegar a rebajar la sensación térmica unos cinco grados.
* En términos de salud: los sistemas de aire acondicionado resecan aún más el ambiente, además de poder provocar algunas complicaciones, derivadas del efecto irritativo e inflamatorio que el frío produce en la vía aérea superior, faringe o laringe, incluso en los bronquios cuando hay un abuso o mal uso: dolores de garganta, de cabeza, deshidratación, irritación de ojos… Por contra, el ventilador de techo tiene un motor silencioso y no molesta a la hora de conciliar el sueño. Sin embargo, el ventilador puede mover el polvo y las partículas contaminantes, y desencadenar una infección puntual o problemas respiratorios a la larga. Por eso, es recomendable dejar -aunque sea un dedo de apertura de la ventana- mientras tengamos puesto el ventilador para que el aire se vaya renovando.
* En términos energéticos: el ventilador requiere mucha menos energía (a una misma potencia contratada, un aire acondicionado de 2 kW de potencia puede gastar en un mes 20 veces más que un ventilador de solo 50W). También es una razón para no preocuparse tanto por dejarse el ventilador encendido mientras se duerme.
* En términos económicos: ya solo el precio de los dos aparatos hace decantarse la balanza a favor del ventilador (los modelos más económicos suelen rondar los 35 euros). A lo que hay que sumar el importe de la instalación, ya que un ventilador lo podemos colocar nosotros mismos si tenemos algo de maña y experiencia, pero el sistema de aire acondicionado -además del aparato en sí- precisa de una instalación más compleja, así como de unos tubos para el desagüe, etc. Y, en lo que se refiere a su funcionamiento, un ventilador gasta menos que el aire acondicionado.
* En términos decorativos: en muchos modelos de ventiladores, el motor está integrado en el cuerpo del aparato y solo sobresalen las aspas. Además, los hay con luz y de diferentes estéticas. A su lado, el aire acondicionado es una maquina de mayor tamaño.
En muchos hogares hay quien están combinado las dos opciones, para conseguir mitigar el calor aún más rápido y que el frescor inunde la sala de forma más homogénea. Eso sí, las aspas del ventilador tienen que girar en sentido contrario a las agujas del reloj. Solo de esta forma conseguirás que el aparato impulse el aire hacia abajo, lo que bajará la temperatura.