Vamos ya con el post de hoy. Llegaréis a un porche cerrado, tipo invernadero, entonces entenderéis por qué me ha conquistado esta casa chilena. No es que el resto no me guste, que también, pero ese espacio me ha eclipsado. Se me ocurrirían un millón de usos para darle a ese rincón tan especial, aunque en este caso lo han utilizado como invernadero para las plantas y zona para las mascotas.
Por gustarme, me atrae incluso el nombre de la casa y del estudio de arquitectura responsable de su ejecución. Se llama Casa Cumbre y ha sido realizada por Viento Norte Arquitectura es como que todo me suena bastante idílico ¿no? Se sitúa en la localidad de Las Quemas, cerca de Puerto Varas (Chile), en medio de una gran pradera de pastoreo. Por su parte trasera, la vivienda tiene unas privilegiadas vistas a lo lejos, de la cordillera de los Andes y al rededor, disfruta del jardín y de toda la naturaleza del entorno. Gracias a los grandes ventanales, estratégicamente colocados de este a oeste, la exposición a la luz natural está garantizada todo el día, captando la luz desde que amanece hasta que se pone el sol.
Todas las zonas comunes son abiertas y comparten espacio, además, con doble altura, lo que las hace más luminosas y la sensación es de total amplitud. Además de la cocina, el comedor y el salón nos encontramos con un añadido, el espacio estrella, ese que tanto me ha enamorado, una especie de jardín de invierno, cerramiento, o invernadero, podéis llamarlo como queráis, cuyo techo y paredes acristaladas hace que la sensación sea de estar en el exterior cuando en realidad, se puede disfrutar incluso en pleno invierno y con lluvia. Su suelo porcelánico tipo hidráulico, lo hace especialmente sencillo de mantener. Como os decía antes, podría tener mil usos, pero en este caso quienes más lo disfrutan son las mascotas de la casa y las plantas, aunque seguro que en esa mesita estratégicamente colocada, algún que otro café contemplando el paisaje y al calor del sol del invierno, habrán pasado momentos de completo relax (y si no lo han hecho, les falta un tornillo).
La casa está dividida en alturas, en la parte baja se encuentran las zonas comunes de las que hemos hablado, pero también, un dormitorio de invitados con su propio baño. En una segunda planta accedemos a una sala de estar, el dormitorio principal con baño en suite y armario tipo walk-in closet y, por último, una pequeña zona de trabajo.
Toda la vivienda está construida con materiales que la conectan con la naturaleza y transmiten calidez. Acero y madera en el interior y un exterior de zinc negro combinado de nuevo con madera.
En cuanto a decoración, hay una sencilla mezcla entre lo industrial, lo vintage y lo rústico, muy acorde a la esencia de la vivienda. Mucho mobiliario en hierro que encuentra su réplica en las vigas, los cerramientos, las estufas,… Cierta osadía en el uso del color, pero sólo en puntos muy determinados, como el frente amarillo de la cocina (que puede verse incluso desde la planta superior), o el porcelánico imitación hidráulico del patio interior o invernadero. La parte rústica está representada por el mobiliario de cocina, todo en madera, o ciertas piezas en fibras naturales (como la lámpara del comedor), también en el cálido espacio destinado a despacho, realizado con una sencilla mesa de caballete y una butaca. En general la casa es un mix decorativo bien avenido donde cada pieza tiene un porqué y un para qué, sin que ninguna cobre más protagonismo que las otras.
Sencillo, sin más. ¡Pero ese cerramiento interior, puffff! me ha dejado loca. ¿Qué pensáis vosotros?
Imágenes: Matías Riveros para Dwell
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