No podemos hacer que el polvo desaparezca por completo. Esas microscópicas partículas continuarán asentándose sobre la superficie de tus muebles, objetos, suelos, etc., y no podemos hacer otra cosa que tratar de eliminarlo e intentar repelerlo. Te contamos qué puedes hacer para mantener el polvo a raya.
Una de las cosas que tenemos que tener en cuenta antes de ponernos a limpiar en casa, es que los mejores resultados se obtienen cuando se sigue un proceso específico a la hora de eliminar el polvo. Es decir, hemos de seguir unos pasos establecidos que nos ayudarán a librarnos de estas desagradables partículas durante una temporada.
Como recomendaciones generales, se me ocurren algunas que deberíamos tener en cuenta. Por ejemplo, no hace falta llenar los muebles del salón de pequeños adornos. Tan solo lograrás un efecto demasiado recargado y, además, verás como se acumula el polvo en ellos. Lo mejor es apostar por poner pocas cosas. La limpieza será mucho más rápida y sencilla.
Trucos para limpiar el polvo con eficacia
Lo primero que tenemos que hacer, antes de coger el trapo y pasarlo a la desesperada por todas las superficies, es ventilar la casa, abriendo las ventanas durante unos 10 minutos (con ese tiempo es suficiente). Si limpias primero y después ventilas, la casa se llenará de nuevo de polvo. Así que hazlo antes y siempre por habitaciones (si lo haces ventilando toda la casa a la vez, habrá más corriente y el polvo se moverá de un lado a otro).
Una vez hayas cerrado las ventanas, ya puedes comenzar a limpiar. Una buena idea es comenzar por los lugares más altos e ir de abajo a arriba, de forma que no se manche lo que ya has limpiado. Comienza por los techos (no hace falta que lo hagas cada vez que limpias el polvo, pero sí de vez en cuando), pasando por ellos una escoba a la que habrás enrollado un trapo limpio.
Los muebles, una limpieza a fondo
A la hora de pasar el trapo por las superficies de los muebles, lo mejor que puedes hacer es comenzar limpiando aquellas piezas barnizadas, ya que apenas sueltan partículas de polvo debido a la capa de barniz que llevan. Utiliza una bayeta de microfibra ligeramente húmeda (para hacer que el polvo se adhiera mejor a ella) y los dejarás impolutos. También puedes usar un plumero electroestático. Comienza por limpiar los muebles que están en alto, y la parte superior de los demás, y termina por la parte más baja.
A continuación aplica un producto específico que te ayude a olvidarte del polvo durante más tiempo. Estos productos evitan que el polvo se asiente sobre las superficies, por lo que la limpieza te durará más tiempo.
También puedes usar directamente un spray limpiamuebles, que atrapará el polvo y, como suele tener efecto antiestático, evitará que el polvo se adhiera de nuevo enseguida. De todas formas, conviene ser precavido con este tipo de productos y no usarlos a diario. A veces aportan demasiada grasa innecesaria a los muebles de madera.
No te olvides de las tapicerías
El polvo no respeta las tapicerías de tu casa. Cortinas, cojines, sofás, sillones, etc. también se llenan de estas invisibles partículas, aunque tú no te des cuenta. Por eso, de vez en cuando se impone una limpieza a fondo. Mete en la lavadora las cortinas, las fundas de los cojines o las del sofá (si el tipo de tela te lo permite, y si este último es desenfundable).
Para la limpieza diaria de los textiles, conviene pasar la aspiradora con el accesorio adecuado. Así eliminarás gran parte de los ácaros y del polvo.
¿Y el suelo?
Una vez hayas limpiado todos los muebles de una habitación, le toca el turno al suelo. En este sentido, es mucho más efectivo pasar el aspirador que barrer. Con la escoba, por mucho que te esmeres, siempre quedarán partículas de polvo ya que es casi imposible eliminarlo en su totalidad.
Yo prefiero utilizar el aspirador, que consigue resultados mucho mejores. Sobre todo si tienes alfombras, que pueden convertirse en un depósito de polvo (hay que aspirarlas muy a menudo). Los nuevos modelos equipados con filtro HEPA pueden atrapar partículas muy pequeñas, lo que es una ventaja si tienes algún alérgico en casa. De esta manera la limpieza es más profunda y el polvo brillará por su ausencia.
Una vez hayas pasado el aspirador, friega el suelo para asegurarte de que queda realmente limpio. Si se trata de un suelo de madera recuerda escurrir bien la fregona y usa un producto específico para este tipo de pavimentos.